Un hombre cualquiera entra un día en su banco de siempre para sacar dinero y le comunican que no tiene cuenta bancaria en esa entidad; más tarde va a su lugar de trabajo y se encuentra con que no le es permitido el acceso. Luego es detenido por la policía.
Este es el singular y kafkiano comienzo de El vuelo del ave zancuda, un relato distópico, ubicado en una sociedad futura en que los datos de todos sus individuos están archivados digitalizadamente, de modo que no queda constancia alguna en papel de la identidad ni las posesiones de nadie.
Con unas pocas pinceladas de ciencia ficción, Rodrigo Fernández, ha construido un cuento de hondo calado existencial en que se pone en cuestión la dirección en la que está evolucionando nuestro mundo.
Este es el singular y kafkiano comienzo de El vuelo del ave zancuda, un relato distópico, ubicado en una sociedad futura en que los datos de todos sus individuos están archivados digitalizadamente, de modo que no queda constancia alguna en papel de la identidad ni las posesiones de nadie.
Con unas pocas pinceladas de ciencia ficción, Rodrigo Fernández, ha construido un cuento de hondo calado existencial en que se pone en cuestión la dirección en la que está evolucionando nuestro mundo.