Cinco siglos antes del nacimiento de Jesús, Pitágoras enseñaba que el universo vibraba porque había una realidad más grande de la que nos podíamos imaginar. En el siglo XVI, el director del coro de Lutero inició un movimiento de adoración en el cual usaba por vez primera la armonía en los arreglos musicales del coro. En el siglo XIX, Friedrich Nietzsche, caudillo del ateísmo, habló de lo que él llamaba «valores cristianos», y en el siglo XX, Presley inició la popularización de la música cristiana. Dios ha estado siempre presente en la historia de la humanidad sin haberse dejado encerrar en lugar alguno. En esta obra, Junior Zapata nos ayuda a verlo activo en medio de toda esa historia.
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