La gran aventura colombina (y la de los conquistadores) responde al mismo espíritu que hace ahora cincuenta años movió a un grupo silvestre de españoles -la flor y nata, supongo, de quienes a la sazón poblaban nuestro país- a matricularse en otra gran aventura: la protagonizada por la División Azul. Aventura de libertad, av entura de solidaridad, aventura de generosidad. No se puede confundir el nazismo con el anticomunismo (…) [Los divisionarios] eran la avanzadilla de la historia. De una historia que por fin les está dando la razón. Querían liberar el territorio de la Santa Rusia. Querían parar los pies malolientes y mojar la oreja sorda del comunismo. Con Franco o sin Franco, con nazis o sin nazis, la División Azul -quizá con otro nombre pero con los mismos hombres- habría estado allí. No eran amigos de Hitler, sino enemigos de Stalin. Fue la última vez que España entró con decoro en Europa. Inmediatamente después empezó la gran bajada de calzones. Y así hasta ahora.
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