“EMPAREJADA CON EL JEQUE 2” es la última publicación del autor de bestsellers internacional Alex Anders y está escrita para aquellos a los que les gustan las pequeñas historias en las que mujeres con cuerpos sensuales no sólo consiguen a su hombre ideal, sino que además son dominadas por un macho alfa.
La bellísima y exhuberante Carla Westmoreland cree que ha encontrado a su alma gemela y se dirige a su palacio para cumplir con el contrato de seis meses que ha firmado como su acompañante. Mimada como una princesa durante el día, descubre por las noches que los apetitos del jeque van más lejos de lo que nunca hubiera podido imaginar. Y mientras la pasión del magnífico macho alfa va consumiendo a Carla, conoce a una extraña de ojos verdes que tiene un secreto que cambiará el mundo de Carla para siempre.
7600 palabras.
*Tenga en cuenta que esta historia contiene descripciones muy explícitas de situaciones eróticas y sexuales escritas para una excitación genital extrema que le lleva al placer. Sólo lectores adultos.
Extracto:
Arrodillándose en la cama junto a ella, colocó ambas manos en sus hombros y las deslizó hacia abajo. Le acarició el pecho jadeante y el estómago hasta que llegó a su ombligo.
“¡Oh!” gimió, levantando el culo. No le había tocado aún el sexo palpitante. En su lugar, acariciaba con las manos sus muslos para hacerla retorcerse de ansias. Le ató más seda dorada alrededor de un tobillo, y esta a su vez a los estribos de la cama.
Respirando con intensidad, observó con incredulidad cómo la ataba hasta que quedó boca arriba, con los brazos y las piernas completamente separadas. Estaba atada y totalmente inmóvil.
El Jeque estaba inexpresivo y tenía la mandíbula tensa. Carla jadeó cuando vio que la abandonaba de nuevo para acercarse al armario. Cuando volvió esta vez, llevaba numerosos juguetes. Lanzándolos a la cama detrás de ella, se quitó la larga túnica árabe.
“¡Oh, Dios mío!” Carla se estremeció de asombro cuando vió a su Jeque en toda su gloria. Tenía la polla completamente erecta, apuntando hacia ella.
Carla se retorció y él se arrodilló entre sus piernas, doblándose para soplar suavemente sobre su coño húmedo. Tenía la boca tan cerca, que sintió chispas de intenso deseo por todo su cuerpo.
“¿En qué estás pensando?” le susurró. Desatando la cuerda que le rodeaba las caderas, liberó las bragas casi transparentes. Estas cayeron a un lado, lejos de los dedos de él y del cuerpo de ella. Él apretó con fuerza su clítoris con el pulgar.
“¡Uhh!” pudo decir Carla como única respuesta.
La bellísima y exhuberante Carla Westmoreland cree que ha encontrado a su alma gemela y se dirige a su palacio para cumplir con el contrato de seis meses que ha firmado como su acompañante. Mimada como una princesa durante el día, descubre por las noches que los apetitos del jeque van más lejos de lo que nunca hubiera podido imaginar. Y mientras la pasión del magnífico macho alfa va consumiendo a Carla, conoce a una extraña de ojos verdes que tiene un secreto que cambiará el mundo de Carla para siempre.
7600 palabras.
*Tenga en cuenta que esta historia contiene descripciones muy explícitas de situaciones eróticas y sexuales escritas para una excitación genital extrema que le lleva al placer. Sólo lectores adultos.
Extracto:
Arrodillándose en la cama junto a ella, colocó ambas manos en sus hombros y las deslizó hacia abajo. Le acarició el pecho jadeante y el estómago hasta que llegó a su ombligo.
“¡Oh!” gimió, levantando el culo. No le había tocado aún el sexo palpitante. En su lugar, acariciaba con las manos sus muslos para hacerla retorcerse de ansias. Le ató más seda dorada alrededor de un tobillo, y esta a su vez a los estribos de la cama.
Respirando con intensidad, observó con incredulidad cómo la ataba hasta que quedó boca arriba, con los brazos y las piernas completamente separadas. Estaba atada y totalmente inmóvil.
El Jeque estaba inexpresivo y tenía la mandíbula tensa. Carla jadeó cuando vio que la abandonaba de nuevo para acercarse al armario. Cuando volvió esta vez, llevaba numerosos juguetes. Lanzándolos a la cama detrás de ella, se quitó la larga túnica árabe.
“¡Oh, Dios mío!” Carla se estremeció de asombro cuando vió a su Jeque en toda su gloria. Tenía la polla completamente erecta, apuntando hacia ella.
Carla se retorció y él se arrodilló entre sus piernas, doblándose para soplar suavemente sobre su coño húmedo. Tenía la boca tan cerca, que sintió chispas de intenso deseo por todo su cuerpo.
“¿En qué estás pensando?” le susurró. Desatando la cuerda que le rodeaba las caderas, liberó las bragas casi transparentes. Estas cayeron a un lado, lejos de los dedos de él y del cuerpo de ella. Él apretó con fuerza su clítoris con el pulgar.
“¡Uhh!” pudo decir Carla como única respuesta.