Entonces y hoy
Ese era el cuadro que, al romper la noche,
sus velos de crespón,
alumbró, atravesando las ventanas,
la tibia luz del sol:
un techo que acababa de entreabrirse
para que entrara Dios,
una lámpara pálida y humeante
brillando en un rincón.
Y entre las almas de los dos esposos,
como un lazo de amor,
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