En el año 2006, Samia Zumout sintió la llamada de Dios y dejó su exitosa profesión de abogada para dedicarse a ser misionera. Desde entonces, ella ha evangelizado el amor sanador de Dios a través del ministerio de sanación interior, orando en eventos públicos y de forma individual para la sanación de las heridas emocionales de la niñez.
En el año 2011, su profunda fe y amor por nuestro Señor Jesucristo se pusieron a prueba cuando fue diagnosticada con horribles enfermedades que han atacado agresivamente su espina dorsal: esclerosis múltiple progresiva primaria, estenosis cervical, y mielopatía. En corto tiempo, se encontró incapacitada—sin poder caminar, escribir o cuidar de sus necesidades más básicas—sufriendo constante dolor y debilitándose generalmente. A pesar de su severa incapacidad, Samia nunca perdió su alegría por la vida ni su paz interior; su fe implacable perseveró y se hizo más fuerte. Ella ha continuado desinteresadamente su misión de ayudar a otros a través de su programa de radio y medios de comunicación social.
La historia de Samia inspira a otros a mirar los sufrimientos y desafíos de su propia vida a través de los ojos espirituales que arrojan la luz a lo más importante, dando propósito y valor a las cosas que no parecen tener sentido en nuestro mundo físico.
En el año 2011, su profunda fe y amor por nuestro Señor Jesucristo se pusieron a prueba cuando fue diagnosticada con horribles enfermedades que han atacado agresivamente su espina dorsal: esclerosis múltiple progresiva primaria, estenosis cervical, y mielopatía. En corto tiempo, se encontró incapacitada—sin poder caminar, escribir o cuidar de sus necesidades más básicas—sufriendo constante dolor y debilitándose generalmente. A pesar de su severa incapacidad, Samia nunca perdió su alegría por la vida ni su paz interior; su fe implacable perseveró y se hizo más fuerte. Ella ha continuado desinteresadamente su misión de ayudar a otros a través de su programa de radio y medios de comunicación social.
La historia de Samia inspira a otros a mirar los sufrimientos y desafíos de su propia vida a través de los ojos espirituales que arrojan la luz a lo más importante, dando propósito y valor a las cosas que no parecen tener sentido en nuestro mundo físico.