Relato corto de misterio y suspense. Descubre los mitos de los antiguos griegos, y sus peligros...
Primeros párrafos:
I – El remolino
Sentir el mar, escuchar cómo el viento es absorbido por la inmensidad del elemento líquido, soñar con descubrir los secretos que esconde y con rescatar los tesoros perdidos en él. Vivir en constante excitación cuando la piel se eriza por la sequedad que la cal provoca, y acariciar su frescor con las yemas de los dedos. Pero bajo la superficie, ocultos por su belleza, duermen riquezas y secretos que muchos han codiciado, y por los que perdieron sus vidas intentando poseerlos.
*
El murmullo de las olas al deshacerse en la orilla de la playa, sonaba como el canto de una sirena que hipnotiza. El sol calentaba la superficie y los pescadores remaban hacia sus puestos secretos que irónicamente todos conocían, para iniciar la faena. Un día perfecto. Las mujeres cantaban canciones de madres que aman a sus hijos y de sus hijos que enorgullecen a sus familias y a su patria; las hijas coqueteaban con los jóvenes que reaccionaban como pavos, remangándose para mostrar músculos mientras caminaban con las piernas abiertas con el fin de exagerar su hombría. Las gaviotas se juntaban en los rincones donde los pescadores seleccionarían las mejores piezas, y que estas intentarían robar, unas veces con más suerte, y otras con menos.
La isla de Corfú era un paraíso verde rodeado por el profundo azulado. Puede que en el mundo sucedieran cosas buenas, o cosas malas, pero por lo general casi nada perturbaba el apacible transcurso del tiempo. Se preocupaban más por los aviones que fumigaban sus cosechas, a los que culpaban por todas sus desgracias, que por la situación política del país y del mundo. Palabras grandes de tierras grandes —solían decir los lugareños—. La pequeña isla poco podía influir en todo aquello, y sus habitantes así lo manifestaban.
Primeros párrafos:
I – El remolino
Sentir el mar, escuchar cómo el viento es absorbido por la inmensidad del elemento líquido, soñar con descubrir los secretos que esconde y con rescatar los tesoros perdidos en él. Vivir en constante excitación cuando la piel se eriza por la sequedad que la cal provoca, y acariciar su frescor con las yemas de los dedos. Pero bajo la superficie, ocultos por su belleza, duermen riquezas y secretos que muchos han codiciado, y por los que perdieron sus vidas intentando poseerlos.
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El murmullo de las olas al deshacerse en la orilla de la playa, sonaba como el canto de una sirena que hipnotiza. El sol calentaba la superficie y los pescadores remaban hacia sus puestos secretos que irónicamente todos conocían, para iniciar la faena. Un día perfecto. Las mujeres cantaban canciones de madres que aman a sus hijos y de sus hijos que enorgullecen a sus familias y a su patria; las hijas coqueteaban con los jóvenes que reaccionaban como pavos, remangándose para mostrar músculos mientras caminaban con las piernas abiertas con el fin de exagerar su hombría. Las gaviotas se juntaban en los rincones donde los pescadores seleccionarían las mejores piezas, y que estas intentarían robar, unas veces con más suerte, y otras con menos.
La isla de Corfú era un paraíso verde rodeado por el profundo azulado. Puede que en el mundo sucedieran cosas buenas, o cosas malas, pero por lo general casi nada perturbaba el apacible transcurso del tiempo. Se preocupaban más por los aviones que fumigaban sus cosechas, a los que culpaban por todas sus desgracias, que por la situación política del país y del mundo. Palabras grandes de tierras grandes —solían decir los lugareños—. La pequeña isla poco podía influir en todo aquello, y sus habitantes así lo manifestaban.