No había pasado una semana de la derrota de Cavite cuando La Veu de Catalunya afirmó que los catalanes «estamos clavados a una barca que hace agua; si queremos salvarnos hemos de aflojar las ataduras». Un siglo largo después, Oriol Pujol, ante el congreso de su partido de marzo de 2012, agradeció a su padre y a Artur Mas que hubieran enseñado a los catalanes «cómo superar los escollos y huir de estas aguas podridas que nos ahogan». Entre ambas metáforas náuticas ha transcurrido un siglo de ingeniería ideológica destinada a convencer a los catalanes de que España es la eterna enemiga de Cataluña, de que todos los males vienen de ella y de que el único camino hacia la felicidad y la prosperidad es el de la independencia. La culpa exclusiva de la España castellana por el Desastre del 98, la condena de todo el pasado de España, la inferioridad racial de los españoles, la manipulación de la historia, la utilización de la lengua como arma política, la agitación del odio, la complicidad de la izquierda, la parálisis de la derecha y el recurso final al «España nos roba» son los temas principales de este trepidante repaso, tan riguroso como mordaz, por el problema más grave con el que se enfrenta la España del siglo XXI.
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