Las 38 españolas de este ensayo histórico representan a las miles que, durante los dos primeros siglos de la colonización americana, partieron desde la Península rumbo al Nuevo Mundo. Los nombres de esa multitud de viajeras han quedado sepultados bajo la olvidadiza Historia a causa de la desidia de los funcionarios (pues no las anotaron en los registros de pasajeros) y de algunos descuidados cronistas, testigos directos de la conquista, exploración y poblamiento. Pero estos sí relataron las hazañas de sus capitanes y aun evocaron el color y brío de sus corceles, aunque silenciaron a las españolas, sus compañeras a lo largo de la travesía atlántica, en las batallas contra los indígenas y en las calamidades que todos padecieron por igual.
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