Fue la segunda escena del cuadro la que le conmovió. Otro ejército, este no de ramas y hojas, sino real, erizado en metales, cruzaba el lago en pequeñas balsas de madera. No habría menos de veinte barcas y cada una transportaba a una decena de soldados normandos. Todos vestían cotas de malla ligeras y yelmos. Y tenían caballos, por lo menos una decena, pudo contar. Arrodillados, en primera fila de cada embarcación, ballesteros y arqueros apuntaban a la orilla. Hacia él.
Un mercenario escocés en la Irlanda del siglo XIV afronta un último encargo de su señor antes de poder regresar a casa; una vieja estela de piedra y su inscripción barrida por los años oculta una historia de redención; un soldado aturdido por los disparos despierta en pleno combate; un hombre moribundo sentado junto al fuego aguarda una visita que cambiará el mundo...
Estaciones de relato narra con pulso cambiante, a veces vertiginoso, a veces solemne, cuatro historias que hablan del amor, el valor o la esperanza creando las estaciones de un año atemporal en el que hombres separados por los siglos luchan por aportar luz a una época que se apaga.
Un mercenario escocés en la Irlanda del siglo XIV afronta un último encargo de su señor antes de poder regresar a casa; una vieja estela de piedra y su inscripción barrida por los años oculta una historia de redención; un soldado aturdido por los disparos despierta en pleno combate; un hombre moribundo sentado junto al fuego aguarda una visita que cambiará el mundo...
Estaciones de relato narra con pulso cambiante, a veces vertiginoso, a veces solemne, cuatro historias que hablan del amor, el valor o la esperanza creando las estaciones de un año atemporal en el que hombres separados por los siglos luchan por aportar luz a una época que se apaga.