Cuando, por fin, tras 17 días de incomunicación, los 33 mineros chilenos atrapados en el interior de la mina San José lograron mandar un mensaje a la superficie, dieron al mundo un ejemplo de precisión periodística: «Estamos bien en el refugio los 33». Podían haber escrito un mensaje agónico, un grito desesperado, pero eligieron un titular perfecto.
En lo hondo de la mina, 700 metros bajo tierra, se fraguó una insólita sociedad de supervivencia. Hubo quien asumió el papel de líder, quien alimentó espiritualmente a sus compañeros y quien se encargó de dosificar la escasa comida que quedaba. Y, mientras, en la superficie, a ritmo de reality, millones de espectadores conocieron los amoríos y las desgracias de cada uno de estos 33 hombres forzados a convertirse en héroes.
Francisco Peregil, que cubrió el rescate en las páginas de El País, disecciona una galería de personajes extraordinarios, en donde se mezclan los voluntarios abnegados, los oportunistas y los héroes dudosos; los cinematográficos asesores de la NASA, los psicólogos ahítos de trabajo de campo y los políticos borrachos de nacionalismo. Y de fondo, la lucha agónica de rescatistas e ingenieros por cumplir la misión con éxito.
Para la elaboración del relato, Peregil ha contado con el testimonio de un gran número de intervinientes en el rescate, tejiendo un riquísimo retablo de gran minuciosidad periodística, el cual eleva el género del reportaje hasta cotas prácticamente desconocidas en la actualidad. «Lo que no presencié durante los casi dos meses al pie de la mina, me lo contaron los propios mineros, o sus padres, esposas, novias, hermanos, hijos, compañeros, amigos íntimos. No faltó un solo minero con cuyos familiares no se hablara», cuenta Peregil en la introducción.
De esta manera, se cumple uno de los preceptos que rigen la actividad de la editorial Libros del K.O.: proporcionar el espacio necesario a aquellas historias que reclaman una mayor atención y que exigen una elaboración artesanal. Como explica el propio autor, «A veces, en medio del flujo de información constante, aparece una historia memorable que exige su tiempo y su espacio para ser narrada. Uno se queda con la impresión de que puede convertirse en mejor persona con solo dedicarle la atención que merece».
En lo hondo de la mina, 700 metros bajo tierra, se fraguó una insólita sociedad de supervivencia. Hubo quien asumió el papel de líder, quien alimentó espiritualmente a sus compañeros y quien se encargó de dosificar la escasa comida que quedaba. Y, mientras, en la superficie, a ritmo de reality, millones de espectadores conocieron los amoríos y las desgracias de cada uno de estos 33 hombres forzados a convertirse en héroes.
Francisco Peregil, que cubrió el rescate en las páginas de El País, disecciona una galería de personajes extraordinarios, en donde se mezclan los voluntarios abnegados, los oportunistas y los héroes dudosos; los cinematográficos asesores de la NASA, los psicólogos ahítos de trabajo de campo y los políticos borrachos de nacionalismo. Y de fondo, la lucha agónica de rescatistas e ingenieros por cumplir la misión con éxito.
Para la elaboración del relato, Peregil ha contado con el testimonio de un gran número de intervinientes en el rescate, tejiendo un riquísimo retablo de gran minuciosidad periodística, el cual eleva el género del reportaje hasta cotas prácticamente desconocidas en la actualidad. «Lo que no presencié durante los casi dos meses al pie de la mina, me lo contaron los propios mineros, o sus padres, esposas, novias, hermanos, hijos, compañeros, amigos íntimos. No faltó un solo minero con cuyos familiares no se hablara», cuenta Peregil en la introducción.
De esta manera, se cumple uno de los preceptos que rigen la actividad de la editorial Libros del K.O.: proporcionar el espacio necesario a aquellas historias que reclaman una mayor atención y que exigen una elaboración artesanal. Como explica el propio autor, «A veces, en medio del flujo de información constante, aparece una historia memorable que exige su tiempo y su espacio para ser narrada. Uno se queda con la impresión de que puede convertirse en mejor persona con solo dedicarle la atención que merece».