Este pasar de cosas, de Angélica Panes, es un libro que está construido sobre una fisura o sobre una deuda, esa que queda entre la noche y el día, entre un día y otro, a lo largo de las estaciones y al pasar de los años; recuentos de experiencias que, a la manera de los documentales, han sido editadas y ajustadas dentro de una secuencia de momentos que esta poesía se propone descifrar.
Angélica Panes explora en Este pasar de cosas, con mayor soltura y más arrojo, las posibilidades de un estilo que ya había prefigurado en Barro (H)otel, colección de poemas publicada en 2012, incorporando de un modo personal la alegoría del oficio: “El verso / repercute como un disparo en las afueras de la casa / barrio con sombras que se mueven a la noche / ráfagas a lo lejos que parecen ser la música de fondo / maquinal, ya nadie se sorprende…”
La vida se vive en infinitivo, parece decirnos la poeta, desde el título mismo del libro y, luego, a medida que avanzamos de un poema a otro, nos ofrece un inventario de escenas en las que se superponen lo inmóvil y lo transitorio, el viaje y la rutina, a través de descripciones minuciosas y un lenguaje preciso que nos muestra que probablemente todo esté herido o amoratado. Poesía de lo cotidiano, del margen; poesía reflexiva, que esconde sus preguntas y entrega respuestas abiertas.
Verónica Jiménez
Angélica Panes explora en Este pasar de cosas, con mayor soltura y más arrojo, las posibilidades de un estilo que ya había prefigurado en Barro (H)otel, colección de poemas publicada en 2012, incorporando de un modo personal la alegoría del oficio: “El verso / repercute como un disparo en las afueras de la casa / barrio con sombras que se mueven a la noche / ráfagas a lo lejos que parecen ser la música de fondo / maquinal, ya nadie se sorprende…”
La vida se vive en infinitivo, parece decirnos la poeta, desde el título mismo del libro y, luego, a medida que avanzamos de un poema a otro, nos ofrece un inventario de escenas en las que se superponen lo inmóvil y lo transitorio, el viaje y la rutina, a través de descripciones minuciosas y un lenguaje preciso que nos muestra que probablemente todo esté herido o amoratado. Poesía de lo cotidiano, del margen; poesía reflexiva, que esconde sus preguntas y entrega respuestas abiertas.
Verónica Jiménez