Eterna mortalidad (1816), para muchos la mejor novela de Walter Scott, es una crónica viva y patética de la problemática ubicuidad del valor. En la Escocia de 1679, enfrentada entre partidarios del rey Carlos II y seguidores de la secta puritana de los covenanters, el asesinato de un arzobispo desata los hilos de una guerra civil largamente incubada. En medio, Henry Morton de Milnewood, un joven intrépido y entusiasta, se encuentra inmerso en un conflicto de lealtades: por un lado sus orígenes y tradiciones y por otro lado su amor y sus sentimientos. Siempre entre dos mundos irreconciliables, Henry Morton intentará encontrar la dignidad de la razón, el equilibrio y la moderación.
Este sitio es seguro
Usted está en un sitio seguro, habilitado para SSL. Todas nuestras fuentes son constantemente verificadas.