Las fábulas de Esopo tienen su origen en la época arcaica. Fueron recopiladas en el siglo IV a. C. por Demetrio de Falero, aunque esta recopilación se perdió. La principal colección de fábulas atribuidas a Esopo de donde se basan muchas ediciones modernas es la llamada Augustana, anónima, que algunos autores fechan en el siglo I o II y otros en el siglo V, y se complementa con otras dos colecciones anónimas, la Vindobonense, del siglo VI y la Accursiana, probablemente del siglo IX.
La estructura de la fábula esópica ha sido definida por varios autores, pero la más completa se le atribuye a Nojgaard quien distingue en la narración tres elementos o momentos imprescindibles:
La situación de partida en que se plantea un determinado conflicto, entre dos figuras, generalmente animales.
La actuación de los personajes, que procede de la libre decisión de los mismos entre las posibilidades de la situación dada.
La evaluación del comportamiento elegido, que se evidencia en el resultado pragmático, el éxito o el fracaso producido por tal elección.
La estructura de la fábula esópica ha sido definida por varios autores, pero la más completa se le atribuye a Nojgaard quien distingue en la narración tres elementos o momentos imprescindibles:
La situación de partida en que se plantea un determinado conflicto, entre dos figuras, generalmente animales.
La actuación de los personajes, que procede de la libre decisión de los mismos entre las posibilidades de la situación dada.
La evaluación del comportamiento elegido, que se evidencia en el resultado pragmático, el éxito o el fracaso producido por tal elección.