Facundo Cabral: sus últimos correos, compendia la correspondencia inédita del autor con su amigo Carlos Alberto Requejo, y en ella testimonia su apego a la humildad, la sencillez y la esperanza, es decir, a la vida. Hombre iluminado como ninguno, profetizó en alguna de sus canciones: tal vez mañana me vaya. Esa premonición de la muerte, suceso al que solía referirse como “la mudanza”, no le amedrentaba porque, como confiesa al final de este libro, agradecía “la alegría de estar en este maravilloso mundo, y con esta alegría entraré al otro, siempre en territorio de Dios”.
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