El Catastro ponía en evidencia la esencia de un régimen de ociosos rentistas, exentos de contribuir al Estado, que no dejaban más que lo justo en manos del campesino, incapaz por tanto de mejorar. Igual ocurría con el comercio, todavía limitado por las trabas de peajes en los señoríos, de aduanas interiores en las fronteras de los reinos, de estancos y monopolios desde hacía siglos, de precios tasados por los ayuntamientos oligárquicos. Tampoco los artesanos podían superar las trabas gremiales y las rutinas de su oficio, salvo en las grandes ciudades como Barcelona, Madrid, o Cádiz, donde llegaron muchos maestros extranjeros, igual que a las reales fábricas, o a los arsenales. Estas fábricas protegidas, que caracterizan el reinado y fueron la gran esperanza, como las compañías privilegiadas, pronto se vieron condenadas al fracaso, pues falló la demanda y el Estado no pudo sostenerlas.
Los españoles no dan el tono alegre que reina en los palacios reales, o en las casas de los ricos, pues los pobres no dejan de aumentar, especialmente en Madrid, pero lejos de mostrar descontento, se muestran resignados. La Iglesia sigue haciendo misiones, la Inquisición mantiene el control social y la ortodoxia; la pluma sigue al servicio de una serena Ilustración, tal y como quiere el gobierno y complace a los reyes. Florecen pausadamente las artes; hay avances en la ciencia, en la técnica y la medicina. Se hacen obras públicas y se disfruta de la paz, que ahora no es fruto de la victoria, sino del arte de la diplomacia… es la España discreta del rey Pacífico.
Los españoles no dan el tono alegre que reina en los palacios reales, o en las casas de los ricos, pues los pobres no dejan de aumentar, especialmente en Madrid, pero lejos de mostrar descontento, se muestran resignados. La Iglesia sigue haciendo misiones, la Inquisición mantiene el control social y la ortodoxia; la pluma sigue al servicio de una serena Ilustración, tal y como quiere el gobierno y complace a los reyes. Florecen pausadamente las artes; hay avances en la ciencia, en la técnica y la medicina. Se hacen obras públicas y se disfruta de la paz, que ahora no es fruto de la victoria, sino del arte de la diplomacia… es la España discreta del rey Pacífico.