Elizabeth Anderson ha acuñado recientemente el término "feudalismo contractual" para describir el creciente poder de los empleadores sobre sus empleados fuera del lugar de trabajo.
Según Anderson uno de los beneficios que el trabajador tradicionalmente recibía a cambio de su sumisión a la autoridad de los jefes en el lugar de trabajo era la soberanía sobre el resto de su vida en el "mundo real" fuera de él. Bajo los términos de este pacto taylorista el trabajador renunció a su tradición artesanal y el control sobre su propio trabajo a cambio del derecho a expresar su personalidad "real" a través del consumo en la parte de su vida que aún le pertenecía. Este pacto suponía:
"la separación del trabajo y del hogar. Sin importar cuán arbitrario y abusivo pudiera ser el jefe en la fábrica, cuando el trabajo terminaba, los trabajadores al menos podían escapar de su tiranía (...) la separación del trabajo y del hogar hacía una gran diferencia entre la libertad de los trabajadores y la voluntad de sus empleadores".
Sin embargo, ese pacto ha cambiado...
Según Anderson uno de los beneficios que el trabajador tradicionalmente recibía a cambio de su sumisión a la autoridad de los jefes en el lugar de trabajo era la soberanía sobre el resto de su vida en el "mundo real" fuera de él. Bajo los términos de este pacto taylorista el trabajador renunció a su tradición artesanal y el control sobre su propio trabajo a cambio del derecho a expresar su personalidad "real" a través del consumo en la parte de su vida que aún le pertenecía. Este pacto suponía:
"la separación del trabajo y del hogar. Sin importar cuán arbitrario y abusivo pudiera ser el jefe en la fábrica, cuando el trabajo terminaba, los trabajadores al menos podían escapar de su tiranía (...) la separación del trabajo y del hogar hacía una gran diferencia entre la libertad de los trabajadores y la voluntad de sus empleadores".
Sin embargo, ese pacto ha cambiado...