La fotografía probablemente es la afición más generalizada en el mundo y es difícil imaginar a una familia donde, por lo menos, uno de sus miembros no posea una cámara o no haya aparecido en una fotografía. Incluso con el nacimiento de la cámara de vídeo, cuyos aficionados aseguraban abandonar para siempre la fotografía, el mundo de la cámara fotográfica ha continuado imparable con nuevas marcas y modelos que aparecen cada año.
Y es que nada se puede comparar a mirar una fotografía que ha capturado para siempre un momento determinado de nuestras vidas. Aunque las películas familiares rodadas en vídeo consiguen que podamos realizar un viaje en el tiempo, al pasado, una y otra vez, recordando no solamente a las personas sino también sus voces, la fotografía logra mostrar aquello que el ojo humano no suele percibir. Esa fracción de segundo, en la cual podemos ver un gesto, situación o característica que se escapa de nuestra percepción visual, queda reflejada para siempre en una fotografía y nos muestra aspectos inéditos de nuestra vida.
Pero no solamente por esto la fotografía ha conseguido permanecer invariable en el mundo entero, anclada como la mejor opción para los recuerdos, sino que es ya imprescindible desde hace muchos años en la prensa diaria, las revistas, las bibliotecas y en el apasionante mundo de Internet.
Cuando usted quiere conocer la vida de alguien, preferentemente quiere que le muestren fotografías y si su deseo es llevar algo de esa persona querida cerca de su corazón, qué mejor que una fotografía en su cartera. También podrá tener una imagen cerca de la cabecera de su cama, en su mesilla de noche, lo mismo que en su mesa de trabajo o en un gran póster colgado en su cuarto y que muestra a su cantante o estrella del cine favorito.
Una fotografía le hará soñar, reír o llorar, según el motivo o la persona que haya quedado plasmada en ella, y seguramente será lo que más eche de menos cuando se le incendien sus enseres o pierda su cartera en la calle. También será capaz de pelear por evitar que alguien le destroce una foto entrañable ante sus ojos, del mismo modo que mostrará una instantánea debidamente ampliada en sus manifestaciones políticas o reivindicativas.
Y es que, no se olvide, una fotografía no solamente detiene el tiempo, ya que lo hace igualmente con las emociones, con los sentimientos, y nada nos hace más humanos que contemplar largamente un recuerdo, un instante de nuestras vidas que nunca más podrá repetirse con tal exactitud.
En este libro y aunque parezca que hemos retrocedido en el tiempo, hablamos especialmente de la fotografía analógica, la cual nos asegura un dominio de la técnica más completo que la tecnología digital
Y es que nada se puede comparar a mirar una fotografía que ha capturado para siempre un momento determinado de nuestras vidas. Aunque las películas familiares rodadas en vídeo consiguen que podamos realizar un viaje en el tiempo, al pasado, una y otra vez, recordando no solamente a las personas sino también sus voces, la fotografía logra mostrar aquello que el ojo humano no suele percibir. Esa fracción de segundo, en la cual podemos ver un gesto, situación o característica que se escapa de nuestra percepción visual, queda reflejada para siempre en una fotografía y nos muestra aspectos inéditos de nuestra vida.
Pero no solamente por esto la fotografía ha conseguido permanecer invariable en el mundo entero, anclada como la mejor opción para los recuerdos, sino que es ya imprescindible desde hace muchos años en la prensa diaria, las revistas, las bibliotecas y en el apasionante mundo de Internet.
Cuando usted quiere conocer la vida de alguien, preferentemente quiere que le muestren fotografías y si su deseo es llevar algo de esa persona querida cerca de su corazón, qué mejor que una fotografía en su cartera. También podrá tener una imagen cerca de la cabecera de su cama, en su mesilla de noche, lo mismo que en su mesa de trabajo o en un gran póster colgado en su cuarto y que muestra a su cantante o estrella del cine favorito.
Una fotografía le hará soñar, reír o llorar, según el motivo o la persona que haya quedado plasmada en ella, y seguramente será lo que más eche de menos cuando se le incendien sus enseres o pierda su cartera en la calle. También será capaz de pelear por evitar que alguien le destroce una foto entrañable ante sus ojos, del mismo modo que mostrará una instantánea debidamente ampliada en sus manifestaciones políticas o reivindicativas.
Y es que, no se olvide, una fotografía no solamente detiene el tiempo, ya que lo hace igualmente con las emociones, con los sentimientos, y nada nos hace más humanos que contemplar largamente un recuerdo, un instante de nuestras vidas que nunca más podrá repetirse con tal exactitud.
En este libro y aunque parezca que hemos retrocedido en el tiempo, hablamos especialmente de la fotografía analógica, la cual nos asegura un dominio de la técnica más completo que la tecnología digital