La vida de Francisco Pizarro, uno de los conquistadores más grandes de todos los tiempos, es un puro asombro. Hijo bastardo de un hidalgo de Trujillo, cuidador de puercos en su adolescencia, soldado de fortuna en los Tercios de Italia, acomete en la madurez de su vida la ingente empresa de conquistar el Imperio de los incas, el más extenso de toda la historia de la humanidad, puesto que se extendía desde el Ecuador hasta la Patagonia. Los incas, oriundos del lago Titicaca, habían conseguido tan vasto imperio gracias a su férrea organización militar, y a ella se enfrenta el antiguo porquerizo de Trujillo con un ejército de tan sólo ciento sesenta y ocho soldados.
José Luis Olaizola, con el rigor histórico habitual en él, acierta a descolgar el personaje de la historia para aproximarlo al lector de nuestros días y hacer inteligible una hazaña sin parangón posible, sin ocultar las sombras de una conquista necesariamente cruel conforme al espíritu de la época.
En las páginas de esta biografía se enfrenta el fabuloso mundo de los incas, con su exquisita cultura en tantos aspectos, al abigarrado mundo de los conquistadores españoles, y el resultado es apasionado y apasionante.
José Luis Olaizola, con el rigor histórico habitual en él, acierta a descolgar el personaje de la historia para aproximarlo al lector de nuestros días y hacer inteligible una hazaña sin parangón posible, sin ocultar las sombras de una conquista necesariamente cruel conforme al espíritu de la época.
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