La grandeza y la estatura mental de los líderes, es indescriptible. Es difícil escoger términos para expresar con exactitud el alcance de quienes talvez vivieron dentro de una época, la cual no les correspondía.
El general Douglas Mc Arthur es uno de ellos. Con sobradas razones alguien lo denominó el César de Siglo XX. El expresidente de Estados Unidos Richard Nixon lo catalogó como uno de los hombres más grandes de todos los tiempos. Roosevelt lo llamó la encarnación del pueblo americano, pero Harry Trumman lo destituyó del cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en el Pacífico, debido a ligerezas temperamentales del entonces presidente de Estados Unidos y no por conveniencia para los intereses del mundo occidental, que se dirimían en el Lejano Oriente.
Es difícil resumir las virtudes del militar norteamericano en cuyo haber figura la mayor genialidad, puesta al servicio de intereses militares de Estados Unidos, durante el desarrollo de las dos grandes guerras mundiales. Hijo de otro general Douglas Mac Arthur nació y se crió en medio de la milicia, luego se hizo grande en el manejo del arte de la guerra, y murió considerado como uno de los mejores estadistas a lo largo de todos los tiempos.
Criticado, vituperado, difamado y hasta calumniado, siempre fue altivo. Su dignidad sobrepasó linderos del común usanza. Tuvo la fortaleza para ser obstinado en persecución de propósitos, con los que coadyuvó directamente a engrandecer la política exterior de su país, y a enaltecer los principios que profesa el mundo occidental, en aras de la libertad individual.
Genios de la Estrategia Volumen IV, resalta con amplios detalles la vigencia estratégica y militar de las ideas del general Douglas Mc Arthur, su clara visión acerca del expansionismo comunista, su amor por la libertad del ser humano, y su arraigada vocación castrense. La biografía de este ilustre militar es emotiva. Cada paso dado por el insigne general Douglas Mac Arthur refleja la abnegación exclusiva de los grandes capitanes de la historia universal. Entre las muchas enseñanzas que dejó grabadas para la posteridad podemos extractar a guisa de ejemplo, las siguientes:
1. Los problemas subversivos deben enfocarse como un todo y deben atacarse por la cabeza para erradicar el mal de raíz.
2. Nadie más que el soldado, ansia la paz con tanta vehemencia, ya que es el dado quien debe soportar en primera instancia los horrores de la guerra.
3. En la guerra no hay nada que substituya la victoria.
4. El comunismo solo quiere el poder. El apaciguamiento ante la agresión marxista-leninista es un procedimiento indigno. La pacificación mediante la victoria es lo único digno en esta y en cualquier guerra.
5. La guerra no es la confrontación de un ejército contra otro, o contra fraccio-nes guerrilleras. Es una lucha total y frontal en que están comprometidos la nación, el gobierno y sus fuerzas militares.
6. Se puede tener un ejército mal alimentado, mal armado, mal equipado y sobrevivirá pero cuando llegue el combate decisivo, este ejército será incuestionablemente derrotado.
7. El mejor comandante es quien gana la guerra con mínimas bajas en sus fi-las.
8. A las personas se les debe decir, que es lo que se debe hacer, pero no como hacerlo y el jefe se sorprenderá de los resultados.
9. No esperar a que llegue la guerra. Es necesario intuirla y prepararse ade-cuadamente para afrontarla.
10. Echar cenizas al pasado. Cada guerra vendrá de manera diferente.
11. Si se desea alcanzar el éxito en las operaciones militares, se debe estimular la preparación integral de los cuadros de mando, para que decidan y actúen con el mayor nivel de eficiencia. La preparación es la llave del éxito.
12. El entrenamiento físico es fundamental para las tropas que van al combate.
13. Si un país quiere ganar una guerra debe entrenar muchos oficiales. Cualquier esfuerzo legal y moral que se haga en pos de conquistar la paz como producto de la victoria, es valedero en todo
El general Douglas Mc Arthur es uno de ellos. Con sobradas razones alguien lo denominó el César de Siglo XX. El expresidente de Estados Unidos Richard Nixon lo catalogó como uno de los hombres más grandes de todos los tiempos. Roosevelt lo llamó la encarnación del pueblo americano, pero Harry Trumman lo destituyó del cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en el Pacífico, debido a ligerezas temperamentales del entonces presidente de Estados Unidos y no por conveniencia para los intereses del mundo occidental, que se dirimían en el Lejano Oriente.
Es difícil resumir las virtudes del militar norteamericano en cuyo haber figura la mayor genialidad, puesta al servicio de intereses militares de Estados Unidos, durante el desarrollo de las dos grandes guerras mundiales. Hijo de otro general Douglas Mac Arthur nació y se crió en medio de la milicia, luego se hizo grande en el manejo del arte de la guerra, y murió considerado como uno de los mejores estadistas a lo largo de todos los tiempos.
Criticado, vituperado, difamado y hasta calumniado, siempre fue altivo. Su dignidad sobrepasó linderos del común usanza. Tuvo la fortaleza para ser obstinado en persecución de propósitos, con los que coadyuvó directamente a engrandecer la política exterior de su país, y a enaltecer los principios que profesa el mundo occidental, en aras de la libertad individual.
Genios de la Estrategia Volumen IV, resalta con amplios detalles la vigencia estratégica y militar de las ideas del general Douglas Mc Arthur, su clara visión acerca del expansionismo comunista, su amor por la libertad del ser humano, y su arraigada vocación castrense. La biografía de este ilustre militar es emotiva. Cada paso dado por el insigne general Douglas Mac Arthur refleja la abnegación exclusiva de los grandes capitanes de la historia universal. Entre las muchas enseñanzas que dejó grabadas para la posteridad podemos extractar a guisa de ejemplo, las siguientes:
1. Los problemas subversivos deben enfocarse como un todo y deben atacarse por la cabeza para erradicar el mal de raíz.
2. Nadie más que el soldado, ansia la paz con tanta vehemencia, ya que es el dado quien debe soportar en primera instancia los horrores de la guerra.
3. En la guerra no hay nada que substituya la victoria.
4. El comunismo solo quiere el poder. El apaciguamiento ante la agresión marxista-leninista es un procedimiento indigno. La pacificación mediante la victoria es lo único digno en esta y en cualquier guerra.
5. La guerra no es la confrontación de un ejército contra otro, o contra fraccio-nes guerrilleras. Es una lucha total y frontal en que están comprometidos la nación, el gobierno y sus fuerzas militares.
6. Se puede tener un ejército mal alimentado, mal armado, mal equipado y sobrevivirá pero cuando llegue el combate decisivo, este ejército será incuestionablemente derrotado.
7. El mejor comandante es quien gana la guerra con mínimas bajas en sus fi-las.
8. A las personas se les debe decir, que es lo que se debe hacer, pero no como hacerlo y el jefe se sorprenderá de los resultados.
9. No esperar a que llegue la guerra. Es necesario intuirla y prepararse ade-cuadamente para afrontarla.
10. Echar cenizas al pasado. Cada guerra vendrá de manera diferente.
11. Si se desea alcanzar el éxito en las operaciones militares, se debe estimular la preparación integral de los cuadros de mando, para que decidan y actúen con el mayor nivel de eficiencia. La preparación es la llave del éxito.
12. El entrenamiento físico es fundamental para las tropas que van al combate.
13. Si un país quiere ganar una guerra debe entrenar muchos oficiales. Cualquier esfuerzo legal y moral que se haga en pos de conquistar la paz como producto de la victoria, es valedero en todo