El apego a una urbe es una mezcla extraña de amor y rechazo, de estar
y de ignorar su geografía. Con base en la losofía taoísta de los cinco
elementos, la autora de esta obra incursiona en diferentes mapas del
Valle de México combinando la imagen con alguno de nuestros
órganos, con la historia y con elementos de la ciudad. Así, nos dice que
es posible sentir los latidos de una urbe si descubrimos que los espacios
tienen una energía que se puede sentir en nuestro propio cuerpo.
La autora nos entrega este cuerpo geográco que es la ciudad, y nos
proporciona una mirada que por momentos parece inocente, como
un juego que nos quiere dejar ver, más allá de los clásicos mapas, un
territorio donde uno puede encontrarse y saber que la salud de la
ciudad es la de sus habitantes.
y de ignorar su geografía. Con base en la losofía taoísta de los cinco
elementos, la autora de esta obra incursiona en diferentes mapas del
Valle de México combinando la imagen con alguno de nuestros
órganos, con la historia y con elementos de la ciudad. Así, nos dice que
es posible sentir los latidos de una urbe si descubrimos que los espacios
tienen una energía que se puede sentir en nuestro propio cuerpo.
La autora nos entrega este cuerpo geográco que es la ciudad, y nos
proporciona una mirada que por momentos parece inocente, como
un juego que nos quiere dejar ver, más allá de los clásicos mapas, un
territorio donde uno puede encontrarse y saber que la salud de la
ciudad es la de sus habitantes.