Propone recorrer el complejo y a veces arduo camino de los escritores literarios griegos para desentrañar en ellos, “desde el interés filosófico por el azar como problema práctico cardinal para la vida humana”, el testimonio estético y vital de la experiencia de la vulnerabilidad. Las concepciones antiguas de la divinidad, el destino y la suerte exhiben de modo privilegiado “la experiencia humana de la vulnerabilidad (el sufrimiento incomprensible, el dolor inmerecido, el desconcierto de la ignorancia y la exposición al antojo de fuerzas inescrutables)”. Es un modo, entre poético y filosófico, de expresar la experiencia de la fragilidad personal y colectiva, no importa los esfuerzos que los humanos hagamos por atenuar en nuestras vidas la consciencia de la finitud, del engaño, la traición o la aniquilación a la que, inexorablemente, nos veremos sometidos.
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