«Suceden cosas tan maravillosas en Grecia, cosas tan maravillosas y buenas como no pueden suceder en ningún otro lugar del mundo», escribió Henry Miller en 1941. Tras leer esa promesa viajó Xavier Moret por primera vez al país heleno a principios de los setenta. Desde entonces, ha regresado allí en muchas otras ocasiones, porque, en palabras de otro griego de adopción, Lawrence Durrell, Grecia ofrece algo que no da ningún otro país: el conocimiento de uno mismo.
El relato de este libro contiene, pues, en cierta forma, la suma de todas las Grecias de Xavier Moret, enhebradas en un viaje que es también una invitación a contemplar el país heleno más allá de la crisis económica; de verlo, de hecho, como lo que es: una inacabable lección de historia, mitología, cultura, sabiduría y vida.
De la mano de Moret, los paisajes y las gentes de Micenas, Olimpia, Meteora, Santorini, Míkonos, Delfos, Rodas, Salónica, Ítaca, Macedonia, el Monte Athos y, por supuesto, Atenas conforman una visión completa y caleidoscópica de un país diferente y multiforme, tan cercano como desconocido, del que hemos heredado las claves esenciales de nuestra manera de entender el mundo.
El relato de este libro contiene, pues, en cierta forma, la suma de todas las Grecias de Xavier Moret, enhebradas en un viaje que es también una invitación a contemplar el país heleno más allá de la crisis económica; de verlo, de hecho, como lo que es: una inacabable lección de historia, mitología, cultura, sabiduría y vida.
De la mano de Moret, los paisajes y las gentes de Micenas, Olimpia, Meteora, Santorini, Míkonos, Delfos, Rodas, Salónica, Ítaca, Macedonia, el Monte Athos y, por supuesto, Atenas conforman una visión completa y caleidoscópica de un país diferente y multiforme, tan cercano como desconocido, del que hemos heredado las claves esenciales de nuestra manera de entender el mundo.