Es el verano de 2011. Adolf Hitler despierta en un descampado en el centro de Berlín. No hay símbolos nazis, reina la paz, las calles están invadidas por extranjeros, y Alemania está gobernada por una mujer rechoncha que hace lo que quiere en Europa. Sesenta y seis años después de su caída, el resucitado Hitler triunfa en la televisión como perfecto imitador del Führer, un cómico genial. Pero él no bromea en absoluto. La fama es la plataforma perfecta para retomar su carrera política.
¿Qué daño podría hacer hoy Hitler? Esta disparatada historia está contada por él mismo, un hombre que analiza tenazmente su entorno, que descubre de modo fulminante los puntos débiles de los demás, que, con una terquedad sin límites, se guía por su extraña lógica, con fanatismo pero también con lucidez.
Las librerías de toda Alemania exhiben la portada del fenómeno literario del año. Esta divertidísima novela que ya ha leído un millón de personas pronto será publicada en treinta y dos países, mientras se rueda la película. Timur Vermes ha logrado algo inimaginable con esta sátira feroz, y es que nos riamos no ya de Hitler, sino con él. ¿Es posible algo así? ¿Está permitido?
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