Los hombres más influyentes de la Argentina tuvieron que aprender el
arte de la genuflexión. «Hablen con Julio», se acostumbraron a escuchar
de boca del presidente Kirchner tanto empresarios como sindicalistas,
intendentes y funcionarios. Era la frase mágica, la contraseña para
acceder a la concreción de sus pedidos o aspiraciones.
¿Pero quién es Julio Miguel de Vido, además de superministro y uno de
los hombres más poderosos del país? «Obediencia De Vido», bromea de sí
mismo el arquitecto devenido brazo derecho de un gobierno que llegó a la
Casa Rosada con ínfulas progresistas. ¿Y qué increíbles historias se
tejen a su alrededor? Tantas, y tan insólitas que solo el género de las
peripecias podía albergarlas. Tantas, y tan ocultas que solo dos
valientes como Diego Cabot y Francisco Olivera se animaron a narrarlas.
arte de la genuflexión. «Hablen con Julio», se acostumbraron a escuchar
de boca del presidente Kirchner tanto empresarios como sindicalistas,
intendentes y funcionarios. Era la frase mágica, la contraseña para
acceder a la concreción de sus pedidos o aspiraciones.
¿Pero quién es Julio Miguel de Vido, además de superministro y uno de
los hombres más poderosos del país? «Obediencia De Vido», bromea de sí
mismo el arquitecto devenido brazo derecho de un gobierno que llegó a la
Casa Rosada con ínfulas progresistas. ¿Y qué increíbles historias se
tejen a su alrededor? Tantas, y tan insólitas que solo el género de las
peripecias podía albergarlas. Tantas, y tan ocultas que solo dos
valientes como Diego Cabot y Francisco Olivera se animaron a narrarlas.