Buenos Aires, helado invierno de 1939, la empresa Chadopif está
construyendo el ramal D del subterráneo. Un ciruja que duerme en los
túneles ve morir a un amigo en un confuso episodio. No será el único
crimen. También aparecerán muertos uno de los obreros que trabajaba en
el subte, un sereno, y la nieta de uno de los dueños de la empresa
constructora. Con una potente, original y vertiginosa voz narrativa, con
una recreación de época inmejorable, y con personajes de gran carnadura,
la novela transcurre en pos de develar los misterios que se van
suscitando.
« "Hacé que la noche venga" se puede leer como relato fantástico, como
policial, como novela histórica, o hasta como una de vaqueros en la
Buenos Aires del 39. Pero es, antes que nada, una historia de
"atorrantes", de esas que tan bien cuenta Oyola. Escrita con una prosa
contundente y veloz, sabe tomarse el tiempo que necesita para introducir
otros valores: la música, la poesía, lo mágico». Claudia Piñeiro
«Muy pocos pueden escribir una novela de terror, y aquí hay una muy
buena. Originalísima. Oyola ganó en el más difícil género. Diablos que
se materializan incorporándose sobre sus patas traseras. La estación
Canning donde el más profundo y negro subterráneo es el castillo de
Drácula en construcción. Un gato esquizofrénico, no malo del todo, que
se quiere comer a su dueño porque lo encuentra riquísimo. Y la noche. La
noche que si viene te mata». Alberto Laiseca
construyendo el ramal D del subterráneo. Un ciruja que duerme en los
túneles ve morir a un amigo en un confuso episodio. No será el único
crimen. También aparecerán muertos uno de los obreros que trabajaba en
el subte, un sereno, y la nieta de uno de los dueños de la empresa
constructora. Con una potente, original y vertiginosa voz narrativa, con
una recreación de época inmejorable, y con personajes de gran carnadura,
la novela transcurre en pos de develar los misterios que se van
suscitando.
« "Hacé que la noche venga" se puede leer como relato fantástico, como
policial, como novela histórica, o hasta como una de vaqueros en la
Buenos Aires del 39. Pero es, antes que nada, una historia de
"atorrantes", de esas que tan bien cuenta Oyola. Escrita con una prosa
contundente y veloz, sabe tomarse el tiempo que necesita para introducir
otros valores: la música, la poesía, lo mágico». Claudia Piñeiro
«Muy pocos pueden escribir una novela de terror, y aquí hay una muy
buena. Originalísima. Oyola ganó en el más difícil género. Diablos que
se materializan incorporándose sobre sus patas traseras. La estación
Canning donde el más profundo y negro subterráneo es el castillo de
Drácula en construcción. Un gato esquizofrénico, no malo del todo, que
se quiere comer a su dueño porque lo encuentra riquísimo. Y la noche. La
noche que si viene te mata». Alberto Laiseca