Haceme lo que quieras se mueve en el equilibrio entre lo sensorial y lo siniestro, entre lo que se nos muestra explícitamente y lo que no alcanzamos a ver más que como sombras y siluetas y formas difusas pero inminentes. Así, en su primer libro, Flavia Pantanelli produce un espacio intermedio alucinado, vibrante, donde nos mantiene en vilo. Vamos a pasar una tarde asombrosa, pero también curiosamente familiar y reconocible, con un centauro. O a negociar con una pareja los términos de cómo seguir adelante, de un modo inesperado. O a preparar un arrollado en el que se amasan y se enrollan muchas más cosas que meros ingredientes.
Como en los textos más logrados de Clarice Lispector, Virgina Woolf o Victoria Ocampo, estos cuentos se mueven a gusto entre lo cotidiano y la fantasía en una hábil variación sobre un mismo grupo conciso de temas: las relaciones que tenemos, las vidas que vivimos, la suerte que nos toca, los espacios hacia los que nos movemos adelante para seguir, a veces en el error. Haceme lo que quieras nos hace descubrir cómo estos personajes viven lo que pueden vivir, lo que son capaces de vivir, en medio de una crueldad y abandono que a veces ejerce el exterior sobre ellos y que a veces nace del núcleo interior y misterioso de ellos mismos.
Como en los textos más logrados de Clarice Lispector, Virgina Woolf o Victoria Ocampo, estos cuentos se mueven a gusto entre lo cotidiano y la fantasía en una hábil variación sobre un mismo grupo conciso de temas: las relaciones que tenemos, las vidas que vivimos, la suerte que nos toca, los espacios hacia los que nos movemos adelante para seguir, a veces en el error. Haceme lo que quieras nos hace descubrir cómo estos personajes viven lo que pueden vivir, lo que son capaces de vivir, en medio de una crueldad y abandono que a veces ejerce el exterior sobre ellos y que a veces nace del núcleo interior y misterioso de ellos mismos.