Despertar es saber que la felicidad se encuentra dentro del corazón humano, de ahí la búsqueda de un camino interior para que nuestro rostro pueda llegar a mostrar la alegría de vivir. Es Jesús de Nazaret quien diseñó este camino de la felicidad en su discurso sobre las Bienaventuranzas. Hacia la orilla de Dios, camino de crecimiento espiritual está inspirado en esa necesidad de ir desde nuestra orilla hacia la orilla de Dios, que es precisamente el espíritu de las Bienaventuranzas, un camino alternativo a lo que nos ofrece el mundo. Atravesar el mar de Galilea, con sus tempestades o calma, para alcanzar al monte de las Bienaventuranzas es parte del recorrido al que nos sentimos llamados a realizar. Cristo es la roca firme sobre la que se cimienta nuestra vida, el mundo está lleno de tentaciones que nos alejan de lo esencial, nuestro espíritu padece enfermedades que dejan a la persona vacía, insatisfecha, confusa y sin horizonte. El principal obstáculo para alcanzar la felicidad es el culto a nuestro propio ego, algo que tiene que morir si deseamos crecer espiritualmente. Cuando Dios se pone en el centro de nuestra vida, nos relacionamos con Él y llegamos a descubrir su presencia permanente en nosotros, todo queda iluminado, entonces llegamos a conocernos a nosotros mismos y a comprender a los demás.Lázaro Albar Marín obtuvo el doctorado en Teología Espiritual en el Teresianum de Roma. Autor de 13 libros, dos de ellos publicados en esta editorial: La oración y sus métodos, y La belleza de Dios. Es profesor de Teología Espiritual, Cristología e Iniciación a la Oración en el Seminario Diocesano de Cádiz y Ceuta. Formador del Secretariado Diocesano de Grupos de Oración, Director del Apostolado de la Oración, miembro del Secretariado para el Clero y párroco de la Inmaculada de Campamento (Cádiz).
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