El sábado 12 de agosto de 1978, los españoles leían en la prensa sobre los funerales del papa Pablo VI y sobre la inminente huelga del fútbol. Los aficionados a la ciencia-ficción disfrutaban con La Guerra de las Galaxias y Encuentros en la Tercera Fase, y los amantes de mover el esqueleto bajo una esfera de espejos se dejaban llevar por el nuevo estilo que triunfaba en las salas de baile: la música disco.
Era una época de cambio político, económico e ideológico. Pocos prestaban atención al espacio. Por ello, cuando la NASA envió una nave de exploración solar al espacio, pocos se preocuparon por ello. Esa nave, llamada ISEE-3, tuvo una larga e intensa vida científica, hasta que llegó el momento de la jubilación. Fue desactivada y la NASA se olvidó de ella.
Sorprendentemente, la pequeña exploradora sigue en funcionamiento después de que sus creadores se hayan jubilado. Han pasado 36 años, y al llegar 2014, su órbita le volvió a traer a las cercanías de la Tierra. Eso planteó una cuestión interesante: si aún funciona ¿podemos usarla?
La NASA decidió que no valía la pena. Demasiado caro para tan pocos bits. Fue entonces cuando surgió una insólita coalición privada de empresarios, ingenieros, antiguos empleados de agencias estatales y empresas privadas, entusiastas y amateurs de la exploración espacial, decididos a intentarlo por su cuenta.
Esta es su crónica.
Lea y descubra cómo la ISEE-3 se convirtió en el objetivo del primer intento privado de controlar una sonda interplanetaria. Sea testigo de cómo una sonda sin ordenador ni baterías, que ha recorrido más distancia que cualquier otra nave espacial en activo, fue despertada y recuperada para la investigación científica.
Un pequeño consejo: recuerde que este libro no está basado en una historia real. Este libro es una historia real.
Entre y disfrute este relato del mayor hacking espacial de la Historia. Bienvenidos a la era de la ciencia de cohetes ciudadana.
Era una época de cambio político, económico e ideológico. Pocos prestaban atención al espacio. Por ello, cuando la NASA envió una nave de exploración solar al espacio, pocos se preocuparon por ello. Esa nave, llamada ISEE-3, tuvo una larga e intensa vida científica, hasta que llegó el momento de la jubilación. Fue desactivada y la NASA se olvidó de ella.
Sorprendentemente, la pequeña exploradora sigue en funcionamiento después de que sus creadores se hayan jubilado. Han pasado 36 años, y al llegar 2014, su órbita le volvió a traer a las cercanías de la Tierra. Eso planteó una cuestión interesante: si aún funciona ¿podemos usarla?
La NASA decidió que no valía la pena. Demasiado caro para tan pocos bits. Fue entonces cuando surgió una insólita coalición privada de empresarios, ingenieros, antiguos empleados de agencias estatales y empresas privadas, entusiastas y amateurs de la exploración espacial, decididos a intentarlo por su cuenta.
Esta es su crónica.
Lea y descubra cómo la ISEE-3 se convirtió en el objetivo del primer intento privado de controlar una sonda interplanetaria. Sea testigo de cómo una sonda sin ordenador ni baterías, que ha recorrido más distancia que cualquier otra nave espacial en activo, fue despertada y recuperada para la investigación científica.
Un pequeño consejo: recuerde que este libro no está basado en una historia real. Este libro es una historia real.
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