Este último tomo de la serie «Cuentos apátridas» de Víctor Ramírez incluye los relatos Hedor de esquirola (1980) y Diosnoslibre (1982). El autor logra hilvanar historias sacadas de la oralidad y la imaginería insular. Hedor de esquirola es una crónica negra a la que el lector accede a través del diálogo deshilvanado de un grupo de hombres frente a una copa, en una de esas tiendas que en los barrios obreros urbanos de las Islas brindan al paisanaje un atisbo de falsa ventura y seguridad. Es esta una historia de celos, traiciones, conflictos laborales, mujeres adúlteras por mor de la necesidad, e hijos que se toman la justicia por su mano. Se trata, pues, de un fresco de la conflictividad psicosocial de «los de abajo» en la Canarias de la posguerra.
Diosnoslibre es un largo monólogo, una genealogía alucinada que nos habla del matriarcado «insular», la inseguridad y la necesidad de asumir el miedo secular de los aislados, elementos definidores del medio descrito por nuestro autor. Hay en él una percepción ingenua de los avatares de la vida, que golpea siempre a los mismos y que produce una miseria moral conjunta contra la que no se tienen defensas ni principios.
Diosnoslibre es un largo monólogo, una genealogía alucinada que nos habla del matriarcado «insular», la inseguridad y la necesidad de asumir el miedo secular de los aislados, elementos definidores del medio descrito por nuestro autor. Hay en él una percepción ingenua de los avatares de la vida, que golpea siempre a los mismos y que produce una miseria moral conjunta contra la que no se tienen defensas ni principios.