Hermanita Magdeleine, una mujer sorprendente para su época, nos abre un camino de discípulos y compañeros de su «muy amado Hermano y Señor Jesús» que resulta realmente válido para nuestro tiempo, en el que tantas personas buscan, tal vez a tientas, el sentido profundo de su vida con estas dos notas distintivas: la importancia de la relación cercana, sobre todo con los excluidos de este mundo, y la búsqueda de una amistad con Jesús sencilla, íntima y transformadora, que les llene el corazón de misericordia y de ternura. Todo esto y mucho más propone hermanita Magdeleine, no solo a las que pertenecen a su congregación (Hermanitas de Jesús), sino a cualquier persona que tenga estos anhelos en su corazón.
Como dice Dolores Aleixandre en el prólogo, «Hermanita Magdeleine “se creía el evangelio” y por eso se atrevió a soñar con una utopía arriesgada: ser contemplativas en medio del mundo. Entendía la contemplación como una vida de amistad con la persona de Jesús, como una vida interior profunda y en contacto con Dios, pero tuvo la intuición insólita de que era posible insertar esa vida contemplativa en el corazón del mundo y hacer de la vida ordinaria de la gente un lugar de contemplación. La llamada que hermanita Magdeleine puso en marcha fue en la dirección de “los lugares de abajo”. Creyó ciegamente en la posibilidad de una vida cristiana y religiosa que no se alejara del rumor de la vida humana, de sus conflictos, sus luchas y su cotidianidad, asumiendo el riesgo de la proximidad de la gente».
HERMANITA MAGDELEINE DE JESÚS (Magdeleine Hutin) nació en Francia en 1898. Inspirada en la vida de Carlos de Foucauld, quiso vivir sencillamente una vida contemplativa entre los nómadas del Sahara argelino, y fundó una congregación religiosa a la que propone este mismo camino. Murió en Roma, el 6 de noviembre de 1989, después de haber dado su vida para implantar sus fraternidades en todas las periferias del mundo.
Como dice Dolores Aleixandre en el prólogo, «Hermanita Magdeleine “se creía el evangelio” y por eso se atrevió a soñar con una utopía arriesgada: ser contemplativas en medio del mundo. Entendía la contemplación como una vida de amistad con la persona de Jesús, como una vida interior profunda y en contacto con Dios, pero tuvo la intuición insólita de que era posible insertar esa vida contemplativa en el corazón del mundo y hacer de la vida ordinaria de la gente un lugar de contemplación. La llamada que hermanita Magdeleine puso en marcha fue en la dirección de “los lugares de abajo”. Creyó ciegamente en la posibilidad de una vida cristiana y religiosa que no se alejara del rumor de la vida humana, de sus conflictos, sus luchas y su cotidianidad, asumiendo el riesgo de la proximidad de la gente».
HERMANITA MAGDELEINE DE JESÚS (Magdeleine Hutin) nació en Francia en 1898. Inspirada en la vida de Carlos de Foucauld, quiso vivir sencillamente una vida contemplativa entre los nómadas del Sahara argelino, y fundó una congregación religiosa a la que propone este mismo camino. Murió en Roma, el 6 de noviembre de 1989, después de haber dado su vida para implantar sus fraternidades en todas las periferias del mundo.