La novela, situada en un futuro próximo, presenta una sociedad de ciudadanos aislados en sus casas con una única ventana hacia el exterior: su pantalla de ordenador, evolucionada ahora a una holopantalla. Su primera mitad puede describirse como una novela de introspección, un modelo de costumbrismo cirbermático, lleno de reflexiones tristes sobre la realidad. A partir de un determinado momento, hacia su mitad, la narración deriva hacia el thriller cyberpunk hasta llegar a aun final inesperado con ribetes de novela negra.
Como se dice en el prólogo, advertencia que el posible lector no debe desechar: “Esta historia no es real pero podría serlo, y lo será. Ciertas fantasías surgen con tanta fuerza y precisión en el magín del escritor, que éste sólo tiene que ir transcribiendo en el papel los detalles casi de imprenta que desfilan por su mente. La forma de vida del protagonista de esta narración, en opinión de los amigos que la han leído, no es atractiva, ni recomendable. Pero al autor le gusta. Y considera que no es el único, a la vista del progresivo incremento de las personas adictas a la cibermática y a las redes de información”.
Como se dice en el prólogo, advertencia que el posible lector no debe desechar: “Esta historia no es real pero podría serlo, y lo será. Ciertas fantasías surgen con tanta fuerza y precisión en el magín del escritor, que éste sólo tiene que ir transcribiendo en el papel los detalles casi de imprenta que desfilan por su mente. La forma de vida del protagonista de esta narración, en opinión de los amigos que la han leído, no es atractiva, ni recomendable. Pero al autor le gusta. Y considera que no es el único, a la vista del progresivo incremento de las personas adictas a la cibermática y a las redes de información”.