A finales del siglo XIX, el mundo está cambiando a pasos agigantados. La Ciencia y la Técnica inician un camino sin retorno y un genio español, Isaac Peral, se enfrenta al reto de demostrar que acaba de revolucionar la manera con que los hombres atravesaban el mar hasta entonces. El día 8 de septiembre de 1888, el sabotaje que sufre el buque que lleva su nombre antes de su botadura, sólo marca un punto de inflexión en la cruzada que Inglaterra ha iniciado para hacerse con la patente del submarino inventado por el científico español. Meses atrás, en su recorrido por Europa para la compra del material necesario en la construcción del buque descubre los poderosos hilos que mueven el mercado mundial del armamento pesado en el que el barco de su invención se ha convertido en objeto de deseo.
El corresponsal del periódico El Imparcial de Madrid, Jeremías Rudi, es testigo directo de la epopeya de un hombre solo luchando contra su gobierno, y los de otros países europeos, para llegar a cumplir un sueño largamente acariciado por la humanidad: la posibilidad de que los hombres naveguen sumergidos en el fondo del mar.
Basil Zaharoff, personaje oscuro y eficaz, se ocupará de que esos sueños sean difíciles de conseguir. Zaharoff, maestro indiscutible de la época en la extorsión y el soborno, es capaz de controlar la historia de hombres y países de su tiempo convirtiéndose, por ello, en la mayor pesadilla del inventor español y de los oficiales que tripulaban el submarino.
El corresponsal del periódico El Imparcial de Madrid, Jeremías Rudi, es testigo directo de la epopeya de un hombre solo luchando contra su gobierno, y los de otros países europeos, para llegar a cumplir un sueño largamente acariciado por la humanidad: la posibilidad de que los hombres naveguen sumergidos en el fondo del mar.
Basil Zaharoff, personaje oscuro y eficaz, se ocupará de que esos sueños sean difíciles de conseguir. Zaharoff, maestro indiscutible de la época en la extorsión y el soborno, es capaz de controlar la historia de hombres y países de su tiempo convirtiéndose, por ello, en la mayor pesadilla del inventor español y de los oficiales que tripulaban el submarino.