Se ha dicho, por parte de muchos y acreditados estudiosos, antropólogos, sociólogos e historiadores que el proceso de civilización de la humanidad comenzó con la edad del bronce y que solo desde ese entonces nació el hombre culto y civil, en contraste con el hombre bárbaro y salvaje, de la anterior edad de la piedra. Se ha dicho también que la característica más sobresaliente de la civilización fue el invento de la escritura, instrumento indispensable para la transmisión de la experiencia humana y de las emociones que ella iba madurando. El hombre civil, el hombre culto, en oposición al hombre bárbaro, bruto y salvaje.
Sin embargo, el triunfalismo del siglo XX, que vio el hombre volar, manejar carros, hablar por teléfono y alcanzar la Luna, ha dejado espacio a una profunda reflexión sobre el comportamiento humano y sobre su rol existencial en el Universo. Es profundamente paradójico e incoherente que nuestra especie sabia (el horno sapiens) haya podido cumplir en el espacio de tan sólo pocos siglos una cantidad inenarrable de crímenes y aberraciones que lo han degradado a un nivel tan bajo en la escala de valores, que ni siquiera los animales, los seres que nosotros consideramos inferiores, han sido capaces de alcanzar.
Marshall Sahlins postuló el siguiente principio, que compartimos plenamente: "ningún cazador recolector de sano intelecto aceptaría voluntariamente cambiar su estilo de vida para convertirse en agricultor y ganadero, a menos que existan poderosas razones para hacerlo', es decir a menos que sea obligado a hacerlo.
Ahora bien, ¿cuáles pudieron ser estas razones tan poderosas? ¿Cuál fue el origen de los tantos crímenes y aberraciones que el hombre ha cumplido? Todos los logros de nuestra sabiduría ¿son verdadera gloria?
La Historia necesita ser revista y reescrita, desde sus orígenes, para entender el porqué de tanto alejamiento de nuestra naturaleza, que es buena, no para justificarnos, sino para entender y tratar de mejorar nuestra actual actitud.
Sin embargo, el triunfalismo del siglo XX, que vio el hombre volar, manejar carros, hablar por teléfono y alcanzar la Luna, ha dejado espacio a una profunda reflexión sobre el comportamiento humano y sobre su rol existencial en el Universo. Es profundamente paradójico e incoherente que nuestra especie sabia (el horno sapiens) haya podido cumplir en el espacio de tan sólo pocos siglos una cantidad inenarrable de crímenes y aberraciones que lo han degradado a un nivel tan bajo en la escala de valores, que ni siquiera los animales, los seres que nosotros consideramos inferiores, han sido capaces de alcanzar.
Marshall Sahlins postuló el siguiente principio, que compartimos plenamente: "ningún cazador recolector de sano intelecto aceptaría voluntariamente cambiar su estilo de vida para convertirse en agricultor y ganadero, a menos que existan poderosas razones para hacerlo', es decir a menos que sea obligado a hacerlo.
Ahora bien, ¿cuáles pudieron ser estas razones tan poderosas? ¿Cuál fue el origen de los tantos crímenes y aberraciones que el hombre ha cumplido? Todos los logros de nuestra sabiduría ¿son verdadera gloria?
La Historia necesita ser revista y reescrita, desde sus orígenes, para entender el porqué de tanto alejamiento de nuestra naturaleza, que es buena, no para justificarnos, sino para entender y tratar de mejorar nuestra actual actitud.