¿Deberemos pensar por eso que la Filosofía se halla condenada a buscar incesantemente la verdad -"quaerit"- sin llegar jamás a su descubrimiento y posesión real y efectiva? Cuestión es esta que la historia de la Filosofía parece resolver y resuelve, a primera vista, en sentido afirmativo. Opiniones contrarias, con igual tesón y con igual apariencia de verdad defendidas y atacadas, hipótesis y teorías que se levantan hoy briosas y prepotentes para desaparecer mañana cual hoja arrebatada por el viento, luchas, victorias y derrotas alternadas entre el monismo hilozoista y el dualismo cósmico, entre el panteísmo inmanente y el teísmo trascendente, entre la concepción idealista y la concepción positivista, entre la moral estoica y la moral epicúrea, entre el dogmatismo y el escepticismo, entre la tesis materialista y la tesis espiritualista; épocas históricas informadas y dominadas, ya por una, ya por otra de estas tendencias y teorías tan opuestas y diferentes; escuelas que nacen, se desarrollan, dominan, decaen y mueren en sucesión monótona y desesperante; sistemas que se levantan, chocan y se precipitan unos sobre otros con [XIII] rapidez vertiginosa, y alguna vez con imponente estruendo: tal es el espectáculo que ofrece a nuestra vista la historia de la Filosofía. De aquí esta impresión más o menos acentuada de escepticismo que se experimenta de primera intención al terminar la lectura de la historia de la Filosofía. Porque, en efecto, nada más a propósito para producir en la mente impresiones y corrientes escépticas, que el espectáculo de la lucha constante, periódica y no pocas veces estéril de la Filosofía consigo misma, la consideración de la impotencia para descubrir, arraigar y establecer de una manera permanente en el seno de la humanidad ninguno de sus sistemas, ninguna de sus soluciones doctrinales.
Cuando se penetra en el fondo de las cosas; cuando, a través de las luchas y contradicciones eternas de los sistemas filosóficos, se observan sus efectos y resultados con mirada escrutadora y penetrante, no es difícil persuadirse que si alguien pudo decir con cierto fondo de verdad que la historia de la Filosofía es la historia de los errores del espíritu humano, con igual fondo de verdad pudiera decirse también que la historia de la Filosofía es la historia de los progresos y desarrollo del espíritu humano. (Prólogo de la primera edición)
Cuando se penetra en el fondo de las cosas; cuando, a través de las luchas y contradicciones eternas de los sistemas filosóficos, se observan sus efectos y resultados con mirada escrutadora y penetrante, no es difícil persuadirse que si alguien pudo decir con cierto fondo de verdad que la historia de la Filosofía es la historia de los errores del espíritu humano, con igual fondo de verdad pudiera decirse también que la historia de la Filosofía es la historia de los progresos y desarrollo del espíritu humano. (Prólogo de la primera edición)