La unidad del globo ha comenzado a realizarse; la humanidad entera ha empezado a entrar en comunicación. Ya se comprendió por qué habían sido inventadas la brújula y la imprenta; por que era menester hallar caminos seguros por entre las inmensidades del Océano para poner en relación a los moradores de remotísimas tierras, porque era necesario un medio rápido y fácil para trasmitir y difundir los conocimientos humanos del mundo antiguo a los pobladores de las apartadísimas regiones del nuevo universo. Si más adelante el vapor acorta estas inmensas distancias; si andando el tiempo la electricidad las hace casi desaparecer, progresos serán del entendimiento humano, y en ello no hará sino cumplirse la ley providencial de la unidad, la ley del progresivo mejoramiento social. Mas no se olvide que a España se debió el que se pusieran por primera vez en contacto las razas humanas de los que entonces se llamaron dos mundos y no era sino uno solo. Si con el trascurso de los tiempos aquellas razas, entonces groseras e inciviles, se convierten en naciones cultas, y se emancipan, y progresan, y trasmiten a su vez al viejo mundo nuevos gérmenes de civilización, no hará sino cumplirse la ley providencial que destina al género humano de todos los países a comunicarse recíprocamente sus adelantos, síntoma consolador y anuncio lisonjero de la fraternidad universal. Más no por eso España pierde su derecho a que no se olvide que le pertenece la primicia de haber llevado el principio civilizador al Nuevo Mundo.
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