Pocos datos se conocen de este historiador romano, el más ilustre de todos, según Cesare Cantú. Se sabe, sí, que ejerció el cargo de cónsul, que desposó a una hija de Cneo Julio Agrícola, cuya biografía escribió y a la que dio el nombre de "Agrícola". También escribió "Germania" sobre la vida costumbres de los germanos. Pero destacan sus "Anales" y sus "Historias", que presentan en estilo conciso y directo un periodo convulso de la historia de Roma. En ellas aparecen retratos fríos de los personajes importantes de la época. En sus páginas se trasluce la melancolía por las libertades de la vieja República, ya irremediablemente fenecida. Su talante de historiador, sin embargo, se muestra en que todos los hechos que refiere le sirven para remontarse a las causas y para tener en consideración las consecuencias.
Quevedo dejó dicho de él: "sólo Tácito desengaña a los hombres enteros, pues no dando ellos con la causa de por qué son aborrecidos de los príncipes, les dice que reparen que es un hado siniestro de ellos, porque los aduladores les son de gusto y los enteros de ofensa".
En cuanto al traductor de esta obra, D. Carlos Coloma, puede decirse que su pluma no es inferior a la del propio Tácito.
Quevedo dejó dicho de él: "sólo Tácito desengaña a los hombres enteros, pues no dando ellos con la causa de por qué son aborrecidos de los príncipes, les dice que reparen que es un hado siniestro de ellos, porque los aduladores les son de gusto y los enteros de ofensa".
En cuanto al traductor de esta obra, D. Carlos Coloma, puede decirse que su pluma no es inferior a la del propio Tácito.