Resulta difícil en este nuestro mundo hablar de Dios. Alguien ha escrito que hay que hablar de Dios para poder hablar del hombre, y hay que hablar del hombre para poder hablar de Dios. Algo de eso he pretendido en estas historias. Cada una de ellas quiere ser una flecha que marque el camino hacia Dios. Espero no haberme equivocado de dirección. Dios traza con amor un camino a cada una de sus criaturas. «Descubrirlo es el viaje espiritual de nuestra vida». Amigo lector, sigue la flecha, abre la carta. Al abrirla, ojalá te encuentres que la penumbra está habitada y allí tú también tienes una silla que te espera.
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