Historias contra los paganos, obra de tesis y providencialista, fue durante toda la Edad Media uno de los principales libros escolásticos para el estudio de la Antigüedad.
Paulo Orosio (principios del s. V d.C.) fue un sacerdote, historiador y teólogo cristiano originario de la península Ibérica. Poco sabemos de su vida, y este poco está ligado a sus viajes y sus libros: a raíz de invasiones germanas huyó apresuradamente de la península hacia Hipona, donde se puso en contacto con san Agustín, a la sazón ya una figura muy conocida en toda la cristiandad. Éste le encomendó hacer un viaje y escribir un libro: desplazarse a Palestina para entregar unas cartas a Jerónimo de Estridón, y redactar una historia que demostrara que la caída de Roma –saqueada en 410 por el visigodo Alarico– no había tenido nada que ver con el surgimiento del cristianismo, a diferencia de lo que afirmaban ciertos sectores latinos. Historiae Adversus Paganos (Historias contra los paganos) es la obra capital de Orosio, y en cierta medida complemente la Ciudad de Dios de su maestro, puesto que se centra en el devenir de los pueblos paganos para ilustrar que, por su propio carácter, llevaban el germen de su destrucción dentro de sí, que ésta no les había advenido de afuera. En un principio la obra pretende ser universal, aunque se acaba centrando exclusivamente en Roma. De sus siete libros, los seis primeros tratan hechos anteriores a Cristo, y el último, posteriores: el esquema está concebido para demostrar que las desdichas del mundo fueron mucho mayores antes de su llegada. Pretende mostrar también, como tesis principal, que Dios no sólo permitió la expansión de Roma, sino que la propició para que en su apogeo augústeo naciera Jesucristo y la cristiandad pudiera superponerse al extenso ámbito del Imperio.