Como mis lectores y lectoras saben muchos de los libros que he escrito hasta ahora contienen un argumento lineal, que se va viendo salpicado de otras historias, por un doble motivo. Porque, por una parte, personalmente odio esos textos (con todo el respeto para quien los haya escrito) que tienen un contenido muy denso y farragoso, que somete al paciente y sumiso lector o lectora a una interminable agonía, capítulo tras capítulo. Cierto es que hay tramas tan exquisitas o intrigantes que uno no desearía que terminasen nunca, pero en la mayoría de los casos debemos reconocer que no es así, viéndose salvado del desastre el autor o autora porque todavía existen quienes sienten verdadera pasión por los libros y suelen atesorar la inestimable cualidad de desear terminar lo que empiezan. Y, en segundo lugar, porque no quiero constituir un lastre para mis lectores, siendo el primero que comprendo que en estas épocas que nos toca vivir la tendencia es a leer poco y rápido (quizás noticias cortas en las redes), por lo que (desde luego, a propósito) suelo fragmentar el contenido de lo que escribo y de vez en cuando me aparto del guión principal (que vuelvo a retomar más adelante) para introducir algún enredo diferente, que sirva para activar al público y romper con la rutina. Con lo cual me arriesgo también a que un lector o lectora más tradicional no le guste mi planteamiento. Si es así, mil excusas, pero ese soy yo…O me toman o me dejan…
Este compendio, por tanto, desprovisto de su guía conductora, versa sobre historias raras de gente rara que corre. Así como suena, porque realmente ese es su contenido. Unas han sido construidas a propósito para intrigar al lector o lectora (aunque siempre suele haber, al menos, un esbozo de realidad) y otras pertenecen al simple mundo de la vida y milagros de los mortales, con algún toque de ingenio (al menos, le he intentado), muchos de crítica (insana, lo reconozco) y bastante de parodia de la realidad. Nunca se sabrá qué parte tienen los relatos de autenticidad o de ficción, aunque yo confío en que (con su sagacidad habitual) ustedes sabrán distinguir enseguida cuáles de ellos han sido fabricados artificialmente o bien extraídos de cualquier calle o barrio de una ciudad.
En consecuencia este libro es un extracto de otro que he publicado también en mi editorial habitual (Amazon, Estados Unidos) de la ciudad de Charleston, en el Condado de Berkeley (Carolina del Sur), que lleva por título Esos raros que corren (Those Strange People Running). ¿Qué me ha llevado a hacer esta reedición por separado?. Pues debo decirles, sin el sesgo de resultar arrogante, que, como a mi me apasionaron en gran medida las pequeñas vivencias de este libro ya al escribirlas, hago lo que me gustaría hacer como lector y corredor: extraerlas del texto original y leerles todas sin solución de continuidad y sin obstrucciones ni otros aditamentos, para reírme, estremecerme y, por qué no, llorar con ellas.. Espero que las disfruten. Me quedo tranquilo, porque de verdad estoy convencido de que lo pasarán bien, sobre todo si son practicantes del running (en otro caso, después de leer esto, no les quedará más remedio que empezar a correr).
Este compendio, por tanto, desprovisto de su guía conductora, versa sobre historias raras de gente rara que corre. Así como suena, porque realmente ese es su contenido. Unas han sido construidas a propósito para intrigar al lector o lectora (aunque siempre suele haber, al menos, un esbozo de realidad) y otras pertenecen al simple mundo de la vida y milagros de los mortales, con algún toque de ingenio (al menos, le he intentado), muchos de crítica (insana, lo reconozco) y bastante de parodia de la realidad. Nunca se sabrá qué parte tienen los relatos de autenticidad o de ficción, aunque yo confío en que (con su sagacidad habitual) ustedes sabrán distinguir enseguida cuáles de ellos han sido fabricados artificialmente o bien extraídos de cualquier calle o barrio de una ciudad.
En consecuencia este libro es un extracto de otro que he publicado también en mi editorial habitual (Amazon, Estados Unidos) de la ciudad de Charleston, en el Condado de Berkeley (Carolina del Sur), que lleva por título Esos raros que corren (Those Strange People Running). ¿Qué me ha llevado a hacer esta reedición por separado?. Pues debo decirles, sin el sesgo de resultar arrogante, que, como a mi me apasionaron en gran medida las pequeñas vivencias de este libro ya al escribirlas, hago lo que me gustaría hacer como lector y corredor: extraerlas del texto original y leerles todas sin solución de continuidad y sin obstrucciones ni otros aditamentos, para reírme, estremecerme y, por qué no, llorar con ellas.. Espero que las disfruten. Me quedo tranquilo, porque de verdad estoy convencido de que lo pasarán bien, sobre todo si son practicantes del running (en otro caso, después de leer esto, no les quedará más remedio que empezar a correr).