La palabra huidas, que titula la obra, actúa como síntesis. Y si bien, en unas ocasiones, la huida individual de cada texto aparece de forma metafórica o tangencial; en otras, es palmaria o explícita. Así, nos encontramos huidas interiores, huidas históricas (como la de Mahoma), la huida hacia la nada de Primo Lévi al suicidarse, la huida hacia lo desconocido dentro de un laberinto, la huida de Boabdil, la huida hacia el fuego de Miguel Servet, la huida de la luz en una catedral, la huida de los cuerpos incinerados en un campo de concentración. En un contexto de reflexión interior, el autor se sirve de estas huidas como pretexto para sí mismo. Un pretexto que refleja hechos concretos que han sucedido en la realidad o hechos fabulados que toman cuerpo en las composiciones menos concretas. No obstante, los textos gozan de evidente autonomía y, aunque este hecho podría ser atribuible a cualquier libro de poemas, en Huidas queda reforzado debido a que una gran parte de los poemas cuenta historias independientes que el lector puede identificar.
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