Existen dos preguntas tradicionales en la filosofía de la mente, que típicamente
son tratadas de manera independiente. La primera de ellas es si
nuestros estados mentales nos dan alguna clase de acceso al mundo como
es en sí mismo, y —si es así— cómo nos proporcionan este tipo de acceso
y cómo lo podemos justificar. La segunda es cómo encaja la mente en el
mundo natural y cómo puede ser parte del mundo material. La intuición que
comparten los autores de los ensayos que encontraremos a continuación es
que hay una fuerte conexión entre estas formas de preguntar por la relación
entre la mente y el mundo natural: debe haber una conexión entre la cuestión
de qué tipo de acceso al mundo nos proporcionan nuestros estados mentales
y la cuestión de cuál es el lugar de la mente en el mundo natural. De ser así,
lo que resulta relevante para responder la primera serie de preguntas debe
ser relevante para responder la otra.
Si hay razón en la afirmación de que la filosofía de la mente es el cuestionamiento
por la relación entre la mente y el mundo, las dos cuestiones
mencionadas pueden interpretarse como maneras específicas de formular el
interrogante general. Cuando se pregunta cuáles son las maneras en las que
los estados mentales nos muestran el mundo se está preguntando por la naturaleza
de la relación entre la mente y el mundo o, lo que es lo mismo, en virtud
de que dicha relación constituye una relación de conocimiento, cómo es que
la mente conoce al mundo. Si bien la respuesta más natural es afirmar que la
relación entre la mente y el mundo material es causal, está abierta la pregunta
de por qué una relación causal es también una relación de conocimiento.
Como alguno de los autores cree, no es obvio que los impactos causales que
el mundo material tiene sobre la mente sean suficientes para constituir conocimiento.
Y si no es obvio, entonces cabe preguntarse qué debemos agregar a
las relaciones causales para que constituyan conocimiento.
son tratadas de manera independiente. La primera de ellas es si
nuestros estados mentales nos dan alguna clase de acceso al mundo como
es en sí mismo, y —si es así— cómo nos proporcionan este tipo de acceso
y cómo lo podemos justificar. La segunda es cómo encaja la mente en el
mundo natural y cómo puede ser parte del mundo material. La intuición que
comparten los autores de los ensayos que encontraremos a continuación es
que hay una fuerte conexión entre estas formas de preguntar por la relación
entre la mente y el mundo natural: debe haber una conexión entre la cuestión
de qué tipo de acceso al mundo nos proporcionan nuestros estados mentales
y la cuestión de cuál es el lugar de la mente en el mundo natural. De ser así,
lo que resulta relevante para responder la primera serie de preguntas debe
ser relevante para responder la otra.
Si hay razón en la afirmación de que la filosofía de la mente es el cuestionamiento
por la relación entre la mente y el mundo, las dos cuestiones
mencionadas pueden interpretarse como maneras específicas de formular el
interrogante general. Cuando se pregunta cuáles son las maneras en las que
los estados mentales nos muestran el mundo se está preguntando por la naturaleza
de la relación entre la mente y el mundo o, lo que es lo mismo, en virtud
de que dicha relación constituye una relación de conocimiento, cómo es que
la mente conoce al mundo. Si bien la respuesta más natural es afirmar que la
relación entre la mente y el mundo material es causal, está abierta la pregunta
de por qué una relación causal es también una relación de conocimiento.
Como alguno de los autores cree, no es obvio que los impactos causales que
el mundo material tiene sobre la mente sean suficientes para constituir conocimiento.
Y si no es obvio, entonces cabe preguntarse qué debemos agregar a
las relaciones causales para que constituyan conocimiento.