Poco a poco iban cayendo los Mobarezan. Sus pasiones desordenadas, sus experiencias amargas y alianzas matrimoniales con el reino de Bad, fracturaban constantemente el reino de Noor.
Ahora, en el fondo de su perverso corazón, un ambicioso proyecto se fraguaba: su nombre debía adquirir fama en Mazhab sin importar el costo. Su nombre debía ser mencionado con admiración y reverencia en los mismos infiernos.
Nadie lo conocía. Era un hombre sin pasado, sin historia. Su increíble personalidad, su carácter jovial y religioso le habían abierto las puertas de Hamdeli. Ellos lo acogieron con los corazones y brazos abiertos, ignorando que él era un emisario enviado por Motaham, uno de los más acérrimos enemigos del reino de Noor. Sería relativamente fácil empezar a destruir el refugio desde adentro.
El momento había llegado. Tenía que aprovechar esa oportunidad para dejar sin líderes a Hamdeli. Debía apagar la luz de sus profetas y que el pueblo se tornara en pos de él.
La murmuración, la sospecha, la traición y la muerte, habían sido en resultado de las semillas de intriga que se habían sembrado en los corazones demasiado ingenuos de Hamdeli.
Ahora, en el fondo de su perverso corazón, un ambicioso proyecto se fraguaba: su nombre debía adquirir fama en Mazhab sin importar el costo. Su nombre debía ser mencionado con admiración y reverencia en los mismos infiernos.
Nadie lo conocía. Era un hombre sin pasado, sin historia. Su increíble personalidad, su carácter jovial y religioso le habían abierto las puertas de Hamdeli. Ellos lo acogieron con los corazones y brazos abiertos, ignorando que él era un emisario enviado por Motaham, uno de los más acérrimos enemigos del reino de Noor. Sería relativamente fácil empezar a destruir el refugio desde adentro.
El momento había llegado. Tenía que aprovechar esa oportunidad para dejar sin líderes a Hamdeli. Debía apagar la luz de sus profetas y que el pueblo se tornara en pos de él.
La murmuración, la sospecha, la traición y la muerte, habían sido en resultado de las semillas de intriga que se habían sembrado en los corazones demasiado ingenuos de Hamdeli.
