En el V Centenario de la muerte de Isabel la Católica, reeditamos la extraordinaria historia de esta reina tal y como se desarrolló a ojos de sus contemporáneos y en el sangriento marco de su época. Una figura que suscita miradas de admiración... pero también de debate histórico.
Para comprender la Historia e interpretarla correctamente, es necesario conocer todas las circunstancias que rodean los hechos y penetrar en la mentalidad de sus protagonistas, entendiendo su escala de valores y sus ideales. No debemos aplicar a una época pasada nuestros criterios actuales. Se trata de un relato tan dramático, tan fascinante, que no necesita ser embellecido ni completado por los conocimientos de otros tiempos. En la corrompida corte de Enrique IV, Isabel y su hermano menor Alfonso supieron mantenerse incontaminados, aunque la reina doña Juana, intentó que siguieran las malas costumbres imperantes. Muerto Enrique IV, Isabel, a los veintitrés años, recibió la Corona castellana para reinar sobre un pueblo empobrecido, con una nobleza díscola y acostumbrada a prescindir de la autoridad real. Las aventuras de Isabel y las románticas circunstancias que rodearon su matrimonio con Fernando, hijo de Juan II de Aragón, han inspirado más de una obra literaria. Fue éste un enlace en el que se fundieron venturosamente el amor y la razón de Estado.
Para comprender la Historia e interpretarla correctamente, es necesario conocer todas las circunstancias que rodean los hechos y penetrar en la mentalidad de sus protagonistas, entendiendo su escala de valores y sus ideales. No debemos aplicar a una época pasada nuestros criterios actuales. Se trata de un relato tan dramático, tan fascinante, que no necesita ser embellecido ni completado por los conocimientos de otros tiempos. En la corrompida corte de Enrique IV, Isabel y su hermano menor Alfonso supieron mantenerse incontaminados, aunque la reina doña Juana, intentó que siguieran las malas costumbres imperantes. Muerto Enrique IV, Isabel, a los veintitrés años, recibió la Corona castellana para reinar sobre un pueblo empobrecido, con una nobleza díscola y acostumbrada a prescindir de la autoridad real. Las aventuras de Isabel y las románticas circunstancias que rodearon su matrimonio con Fernando, hijo de Juan II de Aragón, han inspirado más de una obra literaria. Fue éste un enlace en el que se fundieron venturosamente el amor y la razón de Estado.