LA OBRA del escritor francés Valentin Louis Georges Eugène Marcel Proust comenzó en su juventud, por aquellos años en que publicó sus primeros escritos en diversas columnas y revistas de medios impresos de un Paris modernista, y fue desde 1892 con ensayos y critica literaria. Pero es en el lapso de tiempo ubicado entre esta faceta de ensayista y de la de traductor de dos de las obras de crítica de arte del inglés John Ruskin, que el Marcel Proust novelista hace sus primeros manuscritos en una obra que comienzara a recrear otorgándole obvios visos autobiográficos. Fue así como teniendo veinticuatro años y habiendo superado ya ese conflicto personal de formar su propia identidad en medio de la intensa vida social parisina, la cual lo lleva al descubrimiento de su propio asedio esnobista, cuando en 1895 Proust escoge precisamente el tema de su verdadera primera novela: Jean Santeuil. Novela que al comienzo se asemeja tal vez al género juvenil, alcanzará las 700 páginas, y será indizada en una estructura de diez capítulos subtitulados casi al estilo de un Decamerum del siglo XIX, pero como relatos que en su entramado parecen divagar en hallar su conflicto central.
Se dice que este manuscrito, cual prototipo precursor, nunca sería publicado en vida por el autor, a causa de ser reemplazado por la posterior saga de siete tomos conocida mas tarde como En busca del tiempo Perdido. También se comenta, respecto a su estilo narrativo, que leer el Proust de En Busca... puede ser demasiado denso en su extensión y sintaxis, mientras que aquel Proust de “Jean Santeuil “ brinda una experiencia de lectura más liviana y digerible para el lector principiante a quien le atrae una escena entre diálogos, pero que no gusta de largos discursos exhaustivos, aunque sí mantiene el mismo gusto sofisticado por sus descripciones impersonales y deliciosas comparaciones de los pintorescos paisajes naturales.
Este esbozo no sería desechado completamente, sino que sería con seguridad el texto primigenio que daría a Marcel, ya en su madurez intelectual, instalado en un lugar de la calle Alfred Déhodencq, en esos instantes de retiro solitario en su habitación en el 102 del Boulevard Haussmann, entre aquellas paredes mandadas a aislar del ruido exterior con corchos, en donde con los pulmones agitados y solamente aliviados por el sorbo de una taza de café tibio encargada a su sirvienta a la media noche, e intentando recapturar con palabras los recuerdos casi perdidos de un tiempo pasado; revolvería de nuevo las páginas de ese borrador terminado, pero desde el que todavía imperfecto bregaría, en cuadernos tras cuadernos, la reescritura de una versión más extensa por ser ambiciosa y más mejorada por la evolución de su detallista estilo narrativo.
De Jean Santeuil a En busca del tiempo perdido se observa una esmerada perfección del estilo que Proust pudo haber imitado de escritores para entonces populares como fue Flaubert, característica esta que combinada con otras como la aguda percepción sicológica y el empleo del autorretrato en la construcción del protagonista; conforman la herencia que tomara del realismo, movimiento literario encabezado por Stendhal y Balzac. Sin embargo hay otros rasgos aun más influyentes en el estilo que marcó la carrera literaria de este autor judío, como lo es su evidente actitud amoral en la representación de la vida parisina que en Jean Santeuil se define para algunos de los críticos de la obra de Proust como “sadismo”, delimitándose como la búsqueda del placer al infligir cierto dolor moral, en su caso, sin que precise el coito o contacto físico, cuya aptitud tal vez se origina a partir de un oculto resentimiento vengativo en reacción al rechazo, por la poca confianza o el inevitable desapego emocional. Si vemos a Jean, como un personaje muy parecido al verdadero Marcel Proust, ¿realmente hallaremos a un honesto narrador o a un vil mentiroso que juega con parafilias que no le son propias? TOMADO DEL PREFACIO, Por David I.Ruiz
Se dice que este manuscrito, cual prototipo precursor, nunca sería publicado en vida por el autor, a causa de ser reemplazado por la posterior saga de siete tomos conocida mas tarde como En busca del tiempo Perdido. También se comenta, respecto a su estilo narrativo, que leer el Proust de En Busca... puede ser demasiado denso en su extensión y sintaxis, mientras que aquel Proust de “Jean Santeuil “ brinda una experiencia de lectura más liviana y digerible para el lector principiante a quien le atrae una escena entre diálogos, pero que no gusta de largos discursos exhaustivos, aunque sí mantiene el mismo gusto sofisticado por sus descripciones impersonales y deliciosas comparaciones de los pintorescos paisajes naturales.
Este esbozo no sería desechado completamente, sino que sería con seguridad el texto primigenio que daría a Marcel, ya en su madurez intelectual, instalado en un lugar de la calle Alfred Déhodencq, en esos instantes de retiro solitario en su habitación en el 102 del Boulevard Haussmann, entre aquellas paredes mandadas a aislar del ruido exterior con corchos, en donde con los pulmones agitados y solamente aliviados por el sorbo de una taza de café tibio encargada a su sirvienta a la media noche, e intentando recapturar con palabras los recuerdos casi perdidos de un tiempo pasado; revolvería de nuevo las páginas de ese borrador terminado, pero desde el que todavía imperfecto bregaría, en cuadernos tras cuadernos, la reescritura de una versión más extensa por ser ambiciosa y más mejorada por la evolución de su detallista estilo narrativo.
De Jean Santeuil a En busca del tiempo perdido se observa una esmerada perfección del estilo que Proust pudo haber imitado de escritores para entonces populares como fue Flaubert, característica esta que combinada con otras como la aguda percepción sicológica y el empleo del autorretrato en la construcción del protagonista; conforman la herencia que tomara del realismo, movimiento literario encabezado por Stendhal y Balzac. Sin embargo hay otros rasgos aun más influyentes en el estilo que marcó la carrera literaria de este autor judío, como lo es su evidente actitud amoral en la representación de la vida parisina que en Jean Santeuil se define para algunos de los críticos de la obra de Proust como “sadismo”, delimitándose como la búsqueda del placer al infligir cierto dolor moral, en su caso, sin que precise el coito o contacto físico, cuya aptitud tal vez se origina a partir de un oculto resentimiento vengativo en reacción al rechazo, por la poca confianza o el inevitable desapego emocional. Si vemos a Jean, como un personaje muy parecido al verdadero Marcel Proust, ¿realmente hallaremos a un honesto narrador o a un vil mentiroso que juega con parafilias que no le son propias? TOMADO DEL PREFACIO, Por David I.Ruiz