Con la finalidad de proseguir el estudio que se ha iniciado con la metodología para las "Escuelas de Animación Bíblica", publicamos ahora este segundo libro que se titula JESUCRISTO, EL SALVADOR con el interés de proveer de un material que continúe tanto el método, como el desarrollo de la Historia de la Salvación, la que culmina con el advenimiento del Divino Salvador.
San Gregorio Magno expresa al hablar del acercamiento a la Palabra de Dios: "La Escritura crece con quien la lee, en proporción a la fe y al amor del lector". Ningún otro libro ofrece tanta sabiduría y conocimiento como la Biblia. De ningún otro libro se podrá obtener el consuelo, la fortaleza y la luz de la verdad como de la Sagrada Escritura.En los comienzos del cristianismo se leían las Escrituras como se hacía en la sinagoga, se comentaban los textos leídos a la luz de la vida y de la enseñanza de Cristo por medio de los apóstoles; se bendecía el pan y el cáliz de la salvación y se daba como alimento a todos los presentes.
Durante la semana, en familia, en el trabajo, se vivía de aquello que se había recibido: el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía. La Palabra y el sacramento del Pan, forjaron la mente, el corazón y la vida de los primeros cristianos y de las primeras comunidades o Iglesias domésticas.
Con gran interés y mi petición al Padre Celestial para comprender las palabras de su Hijo, deseo que todos podamos crecer en su amor y ser signo de unidad y vínculo de amor, para dar frutos que alimenten al mundo del siglo XXI envuelto en un mar de avances culturales, y al mismo tiempo tan alejado del plan salvífico que el Redentor le ofrece.
San Gregorio Magno expresa al hablar del acercamiento a la Palabra de Dios: "La Escritura crece con quien la lee, en proporción a la fe y al amor del lector". Ningún otro libro ofrece tanta sabiduría y conocimiento como la Biblia. De ningún otro libro se podrá obtener el consuelo, la fortaleza y la luz de la verdad como de la Sagrada Escritura.En los comienzos del cristianismo se leían las Escrituras como se hacía en la sinagoga, se comentaban los textos leídos a la luz de la vida y de la enseñanza de Cristo por medio de los apóstoles; se bendecía el pan y el cáliz de la salvación y se daba como alimento a todos los presentes.
Durante la semana, en familia, en el trabajo, se vivía de aquello que se había recibido: el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía. La Palabra y el sacramento del Pan, forjaron la mente, el corazón y la vida de los primeros cristianos y de las primeras comunidades o Iglesias domésticas.
Con gran interés y mi petición al Padre Celestial para comprender las palabras de su Hijo, deseo que todos podamos crecer en su amor y ser signo de unidad y vínculo de amor, para dar frutos que alimenten al mundo del siglo XXI envuelto en un mar de avances culturales, y al mismo tiempo tan alejado del plan salvífico que el Redentor le ofrece.