Araran y Rakof le habían legado las tierras al otro lado del río sagrado; allí habían nacido los sícaros, sacados de un tajo de la rama de un roble; Rakof, valido de una espada de hoja diamantina, lo había herido y de la savia había brotado el primer hombre y la primera mujer, enlazados.
Allí debían volver, porque Hita le había arrebatado no solo la tierra de sus ancestros sino también la morada de sus dioses.
A Jonás en un sueño, se le había aparecido Rajín, el hijo de Rakof, de ojos de águila, el dios de los centinelas, de las emboscadas y de la huida, y le había revelado que el mes de las lluvias le sería propicio para regresar a sus tierras y, levantando el polvo depositado en la tierra, lo había esparcido por el aire señalándole el lugar exacto por donde debería atacar.
Una novela de aventuras donde se combina magia, amor, traiciones, datada en un tiempo remoto, y que tiene en vilo al lector desde el primer capítulo.
Allí debían volver, porque Hita le había arrebatado no solo la tierra de sus ancestros sino también la morada de sus dioses.
A Jonás en un sueño, se le había aparecido Rajín, el hijo de Rakof, de ojos de águila, el dios de los centinelas, de las emboscadas y de la huida, y le había revelado que el mes de las lluvias le sería propicio para regresar a sus tierras y, levantando el polvo depositado en la tierra, lo había esparcido por el aire señalándole el lugar exacto por donde debería atacar.
Una novela de aventuras donde se combina magia, amor, traiciones, datada en un tiempo remoto, y que tiene en vilo al lector desde el primer capítulo.