Diana Álvarez sabía que estaba cometiendo una enorme estupidez, pero eso no la detuvo a la hora de presentarse, en lugar de su amiga, en la fiesta privada de la mansión Magnolia Pleasure dispuesta a hacer un trato con el dueño. El problema era que él parecía interesado en obtener algo más que el Chevrolet acordado; la deseaba a ella.
Noah Avery estaba acostumbrado a obtener siempre lo que deseaba y aquella noche no iba a ser distinto. Cuando la vio atravesar la puerta supo que tenía que ser suya, aunque para ello tuviese que disputársela al mismo anfitrión y ofrecer un trato mucho más ventajoso a la díscola muñequita.
¿Qué era un fin de semana de placer cuando había mucho más en juego?
Noah Avery estaba acostumbrado a obtener siempre lo que deseaba y aquella noche no iba a ser distinto. Cuando la vio atravesar la puerta supo que tenía que ser suya, aunque para ello tuviese que disputársela al mismo anfitrión y ofrecer un trato mucho más ventajoso a la díscola muñequita.
¿Qué era un fin de semana de placer cuando había mucho más en juego?