Ya iba siendo hora de echar la vista atrás y hablar a calzón quitado de mi verdad, que es la verdad. Hora de narrar algunas cosas simplemente como las viví, tan diferentes de cómo han sido contadas, aunque sea consciente de que la campaña de desprestigio que he sufrido durante todo este tiempo pueda convertir en un ejercicio inútil todo este esfuerzo por hacer brillar la verdad. Tampoco estoy del todo seguro de que sea el momento más oportuno, pero quiero dar mi versión desde mi punto de vista. De antemano, pido perdón porque se me va a escapar cierto rencor, porque es muy difícil que se te quite el odio habiendo pasado por lo que yo he pasado. Voy a tratar de ser un poco objetivo y no ser vehemente, aunque me resulte difícil. Julián Muñoz pasa por ser el truhán de estos reinos. Hora es de que lo dejemos hablar. Que se explaye en sus verdades. Quizá el trono de los granujas esté más disputado de lo que se venía diciendo. Ahora, con este libro (catarata de conversaciones), podremos calibrar el fiel de la balanza y sopesar mejor cuánto de cierto y cuánto de hojarasca mediática se rifa en la justicia de oficio y cuánto en el pábulo social. Y por cierto, también habla de Isabel Pantoja.
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