En el instante en que un pequeño avión no tripulado, portador de una carga explosiva, se estrella contra la torre de la Plaza de la Revolución en La Habana, comienza en Cuba una serie de atentados contra los símbolos y monumentos oficiales que pone en jaque al gobierno y amenaza con derrocar a sus principales dirigentes.
Alarmados, en desesperada carrera contra el tiempo, los oficiales de Inteligencia del régimen tratan de identificar a los responsables de los actos. Para la mayoría se trata de una operación subversiva diseñada y financiada por la C.I.A. Un joven y tenaz oficial, sin embargo, piensa de modo diferente: en su opinión los atentados han sido obra de un saboteador solitario. Lo que este perspicaz militar no sospecha es que, por más que se esfuerce por impedirlo, terminará por favorecer el curso de una apuesta magnicida que ha puesto en vilo a toda la nación.
Invirtiendo el postulado cervantino que hace de la historia la madre de la verdad, en este relato se obliga a la verdad a parir otra historia posible, no por ficticia menos necesaria. De ahí que el texto cautive con tanta facilidad a los lectores, sobre todo a los nacidos en Cuba. Y es que, a fin de oponer algo de resistencia a una universal e invencible pesadilla, en la novela se dramatizan las más inconfesadas, las más recónditas tentaciones del tiranicidio, esas que en algún momento nos han acosado a todos.
Alarmados, en desesperada carrera contra el tiempo, los oficiales de Inteligencia del régimen tratan de identificar a los responsables de los actos. Para la mayoría se trata de una operación subversiva diseñada y financiada por la C.I.A. Un joven y tenaz oficial, sin embargo, piensa de modo diferente: en su opinión los atentados han sido obra de un saboteador solitario. Lo que este perspicaz militar no sospecha es que, por más que se esfuerce por impedirlo, terminará por favorecer el curso de una apuesta magnicida que ha puesto en vilo a toda la nación.
Invirtiendo el postulado cervantino que hace de la historia la madre de la verdad, en este relato se obliga a la verdad a parir otra historia posible, no por ficticia menos necesaria. De ahí que el texto cautive con tanta facilidad a los lectores, sobre todo a los nacidos en Cuba. Y es que, a fin de oponer algo de resistencia a una universal e invencible pesadilla, en la novela se dramatizan las más inconfesadas, las más recónditas tentaciones del tiranicidio, esas que en algún momento nos han acosado a todos.